miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los Ríos Profundos, edición centenario


La Editorial Estruendomudo y el Centro Cultural de España en Lima tienen el agrado de presentar la Edición Centenario de Los ríos profundos. 

La presentación será este viernes 30 de septiembre a las 9:00 p.m. En el Auditorio del Centro Cultural de España. Jr. Natalio Sánchez 181 - Santa Beatriz 

Esta edición especial de Los ríos profundos, que conmemora los 100 años del nacimiento de José María Arguedas, incluye un dossier con las bellísimas fotografías aparecidas en la edición de INIDE de 1972 y otras inéditas, imágenes de portadas de ediciones del libro en otros idiomas, y un conjunto de textos críticos en que participan Oswaldo Reynoso, Luis Hernán Castañeda, Chalena Vásquez, Dora Sales y Peter Elmore quienes nos regalan inteligentes perspectivas, lúcidos estudios y conmovedoras semblanzas acerca de la novela y su celebrado autor. 



jueves, 22 de septiembre de 2011

SOL DE MONTERREY

Sol de Monterrey es un poema de Alfonso Reyes, me gusta mucho y hoy los dejo con estos versos. Hoy son días de sol después de mucho tiempo.

No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol.

Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)

Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.

Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana.


¿Asesinaron a Neruda?

Un artículo de Moleskine Literario.

¿Asesinaron a Neruda?


viernes, 9 de septiembre de 2011

Fotos que encantan

Hoy cuando al fin la línea de hotmail regreso pude recibir una colección de fotos que en mi vida hubiera imaginado encerrarían tantos personajes que admiro y que me inspiran. Esta seguidilla de imágenes me dejó deslumbrada por el glamour, el encanto y los talentos que enmarcan. Aquí les dejo algunas de mis favoritas, definitivamente con personajes que siempre evoco.

Salvador Dali & Walt Disney


Eartha Kitt & James Dean

Andy Warhol & Alfred Hitchcock
    1. S
    alvador Dali & Coco Chanel

Akira Kurosawa, Sydney Pollack, Barbra Streisand & John Huston

Audrey Hepburn & Fred Astaire

 Salvador Dali & Raquel Welch

Brigitte Bardot & Pablo Picasso

Federico Fellini, Marcello Mastroianni & Sophia Loren

jueves, 8 de septiembre de 2011

En bicicleta con Salvatore

Gabriela estaba con ansias y nuevamente los dolores de cabeza le oprimían la frente desde adentro, tratando con  prisa liberadora de escaparse de su cuerpo. Siempre a la misma hora, el dolor regresaba buscando un escape por donde sea posible. En la sala, entre las penumbras y el gris que se filtraba por las cortinas su madre sostenía el último cigarro de la primera cajetilla del día, con la mirada clavada en los retratos de la chimenea, casi perdida entre los recuerdos y su realidad.  No la había visto, era mejor o le empezaría preguntar qué así ahí.  El walkman de su hermano se había quedado tirado debajo de la escalera, lo tomó, era seguro ya lo daba por perdido. Colocó el casete que llevaba en el bolsillo y salió. Corrió antes que le hablaran, si es que alguna vez alguien en esa casa se volvía a dar cuenta de ella.

Un día su madre empezó a sacar todas las cosas de los cajones de su cuarto en un arrebato de limpieza. Sacó pañoletas, mallas que en su vida pensó que a ella le quedarían, pañuelos, un sombrero, un bikini anterior a los tres embarazos, un paquete casi amarillo con las cartas de sus quince años. Todo iba directo a una pila de cosas inservibles, todas mezcladas, condenadas a la basura, terminarían en la bolsa negra que su madre le había mandado traer. Deja la bolsa, sal que mucho ayuda el que poco estorba. Siguió lanzando cosas a la ruma, como si pudiera lanzar sus recuerdos y sentimientos ahí.  Gabriela ya estaba por salir cuando un casete cayó en sus pies y antes de patearlo debajo de la cama, impulsada por la curiosidad que tenía por saber que era lo que sus padres guardaban lo tomó y lo guardó en su bolsillo.  No tenía nombre o  etiqueta, no había marca y no sabía si era de su mamá, de su papá o si llegó a su casa en alguna de esas fiestas que sus papás hacían mucho antes de los hijos.

Es mi vida, es mi vida ¿Qué puedo hacer si ella me eligió? Es mi vida, no es un infierno, tampoco es un edén. La lluvia menuda de la ciudad le caía en el cabello más largo que otros días, más oscuro que otros inviernos y el olor a tierra húmeda iba quedando en las llantas de la bicicleta.  El Señor Juan como los sábados en la mañana regaba el jardín y sus gardenias crecían como un milagro en medio de tremenda jungla de humo y ceniza que es Lima. La Señora Matilde regresaba del mercado, con muchas bolsas y sin nadie que la ayude. La empleada salió corriendo a ayudarla mientras se arreglaba el delantal. Lo que no sabía la Señora Matilde es que salía de la lavandería luego de un encuentro relámpago con el mayor de sus hijos, encuentro que se reanudaría cuando la señora se fuera a hacer la siesta. Los hijos de los Gutiérrez estaban jugando en el jardín y el señor del sombrero lavaba su carro como quién acaricia a una amante.  Volteó a ver su jardín, sombrío. Sus esperanzas no se volvieron realidad, hace mucho tiempo que eso no sucedía, nadie en sus casa notó que salió, ni si quiera sabían que aún vivía ahí. Su madre las pocas veces que la veía le preguntaba por qué seguir caminando por la casa.  El casete que salvó de su mamá era de Salvatore Adamo,  los tres últimos meses se dedicó a escucharlo a todo volumen. Se va a rayar, deberías botar esa porquería y seguir con tu vida, si es que tienes. Seguía con la bicicleta cuesta abajo, la neblina que se desvanecía. Tal vez debía salir y disfrutar más a menudo para dejar que la brisa la limpiaría. Aún no sabía a dónde iba, el volumen estaba alto y el viento estremecía su pecho.  No recordaba que había hecho el día anterior ni por qué había salido tan temprano. A pesar de su casaca roja sentía más frío que otros inviernos, tenía miedo de lo rápido que iba y no  tenía idea a donde iba. Debía frenar antes de llegar al cruce. Mi risa y mi llanto, la noche y la luz / nacen siempre de ti / estoy bajo tu encanto a veces me adulas / o te olvidas de mi. El semáforo estaba malogrado y el volumen alto. Gabriela siempre cruzaba con los ojos cerrados. 

Amelia trajo al mundo tres hijos y la menor todo menos lo que ella quería. Fue mujer, fue producto de una noche poco memorable, nunca la escuchaba y tenía una tendencia por aferrarse a objetos que iba encontrando por la calle. Nunca la quiso como a sus hijos mayores pero ahora no dejaba de ver el portarretratos sobre la chimenea. Tal vez una de las pocas fotos felices. Su hija apenas abría los ojos, apenas respiraba en este mundo. Ella era más joven, con alguna esperanza aún en el mundo y con muchos cigarrillos menos. Aún la podía ver caminar, como si estuviera ahí en la casa para fastidiarla, para recordarle que nunca tuvo el interés de sentarse a hablar con ella, incluso ahora que la seguía viendo no quería hablar con ella.

Su padre le regalo el walkman en su cumpleaños y unas semanas después encontró el casete de Salvatore Adamo. Nunca dejó de escucharlo. Lo encontró entre sus pertenencias cuando fue a buscarla. Cuando Gabriela paseaba por casa la neblina entraba por las ventanas, pero nadie la veía, sólo su mamá. Amelia no pudo llorar cuando la vio en esa camilla fría, no pudo llorar cuando la abrazaban buscando consolarla, no puede llorar porque ella no se había ido, sigue ahí tarareando. Cuando la vio fue muy tarde, el chofer quiso frenar pero  fue demasiado tarde, ella nunca oyó el claxon. Amelia sabía que en el fondo ese siempre fue el camino de Gabriela, por eso todos los días volvía a salir con la bicicleta.  Tanta música que no oyó venir el carro. 




viernes, 2 de septiembre de 2011

El camino del arco iris


“Close your eyes and tap your heels together three times. And think to yourself, there's no place like home.”

Hace tres años comencé con este pequeño espacio por una necesidad que iba más allá de mi propia voluntad. Tenía que escribir en algún espacio lo antes posible, esa sería mi vía de comunicación. No he tratado nunca de escribir hasta llegar a la solemnidad pero si para acompañarme y acompañar a algunos que por ahí leen este espacio. He visto crecer y cambiar este blog ante mis ojos y con esfuerzo e incluso yendo contra mis reparos con la tecnología y mi poca habilidad para entender  comandos y formatos. Este año al fin superé la barrera del blogspot y comencé así un camino nuevo lleno de las cosas que más me gustan como la música, el cine, las historias que hay por contar y sobre todo literatura.

Over the Rainbow es mi propio camino. Es mi canción favorita en una de mis películas favorita. Son los recuerdos de mi infancia y mis primeros instantes con el cine. Es el nombre escogido para este blog porque me recuerda la historia con la que me dormía en las noches y es sin duda el mismo camino que quiero recorrer para llegar a mi hogar como lo hace Dorothy. Es un poco de esa alegría que muchas veces me falta y que sin embargo trato de encontrar haciendo las cosas que me gustan. En medio de esta semana y cuando empecé a escribir esta entrada nuevos cambios llegaron a mi vida y ahora estoy más que convencida que así como un día me armé de valor para  publicar en un blog hoy encuentro el valor suficiente para seguir en mi camino con retos nuevos. Over the Rainbow me recuerda que si seguimos nuestro propios deseos podemos hallar la valentía para cambiarte de carrera, decir lo que sientes, publicar sin temor a las criticas y con la convicción de aprender de ellas si llegan, emprender nuevos caminos laborales y en cada paso darte cuenta que siempre hay alguien te que acompaña. Este blog ha crecido tanto como yo.Mis opiniones se han hecho más fuertes y mis convicciones por el retorno de una literatura sin complicaciones y un arte para educar cada día son más fuertes. Luego de lo ocurrido los últimos días estoy segura que si es posible y a veces recibimos empujones de la vida para acelerar nuestros planes.

 Este es mi espacio para mostrar aquello que me gusta, pero no lo hubiera podido hacer sin la ayuda de mis amigos. He recibido apoyo emocional en los momentos alegres y también difíciles. Cuando no sabía que escribir me dieron ideas, consejos para que el blog crezca, sugerencias de diseños  y ayuda para publicar. 

Como Dorothy seguiré este camino en busca de un hogar, no físico, sino un sitio donde me sienta cómoda y libre. Creo que es una búsqueda que todos debemos emprender. Este espacio representa mi lugar para sentir y entender lo que otros sienten. Es en nuestros sentimientos y cómo los vivimos cuando realmente podemos ser libres.  A seguir por el camino hasta el final del arco iris.