sábado, 24 de abril de 2010

Perdimos algo?

Mucho se pierde y otro poco se gana en la vida. A medida que vamos creciendo este proceso se convierte en algo arduo y en muchos casos dolorosos, aunque siempre matizado con alegría, creo que la peor parte de crecer es ir perdiendo.

Esta semana me he dado cuenta que día a día perdemos algo. Al comenzar desde las mañanas, con cada segundo y en cada instante que respiramos vamos perdiendo vida. Es normal, si lo es. Alguna vez leí que “sabemos que vamos a morir simplemente por el hecho de estar vivos”.

Perdemos vida en cada respiro, otras veces perdemos paciencia o la pierden con nosotros, en cualquiera de los dos casos sólo nos queda sentir pena y aprender de ello, porque para poder seguir viviendo debemos ir aprendiendo de cada cosa que perdemos. A través de la vida vamos perdiendo de todo. Se pierde el cabello, se nos pierden las llaves, perdemos partidos, celulares, nos perdemos en la calle y algún día perdemos la inocencia. A algunos se les pierden el hambre mientras que a otros se les pierde la oportunidad de comer. Los despistados que pierden la película que querían ver o los que pierden una clase.

¿Qué cosas extrañas hemos perdido todos en nuestras vidas? ¿Qué son aquellas cosas que hemos perdido que ya no podemos recuperar? ¿A dónde se fueron? ¿Qué nos hemos perdido de la vida?

En estas últimas dos semanas se han perdido muchas cosas en mi entorno. Se perdió una pequeña compañía para una de mis mejores amigas. Se perdieron Post-its, se perdió mi termo. Otros han o hemos perdido gente, no siempre se pierde físicamente a alguien pero si podemos perder su presencia o las esperanzas en ellos. Hay quienes han perdido el tiempo en alguien. ¿Se perdieron más cosas? Alguien perdió el pulso y se termino estropeando una foto, muchos perdieron la paciencia y otros se perdieron almuerzos. Están las pérdidas que son buenas como la de los prejuicios que nos dejan libres para el paso de nuevas oportunidades, felices sean aquellos que se desataron de sus prejuicios. Están los que perdieron el asco y ahora comen cosas nuevas. Los que han perdido el juicio y han sido bienvenidos a la deliciosa locura, y están los que han perdido juicios.

Sin embargo en la vida siempre nos encontraremos con todo aquello que hemos perdido. Así que estoy convencida que aunque hay momentos en los que no ganemos o haya cosas que ya no siguen en nuestro camino, lo mejor que podemos hacer es aprender y continuar. Lo bueno regresará y siempre podemos recurrir a la maravilla de los buenos recuerdos.

Para A.F e Ibra.

viernes, 23 de abril de 2010

LIBROS EN SU DIA

Hoy es el DIA DEL LIBRO. Cuando llegué a mi casa abrazare a cada uno de mis librosy seguro tendremos aquellas charlas divinas con los personajes. He decidido comenzar con El Principito, que fue el primer libro que leí y del cual no he podido separarme. También abrazare a los libros de mi hermano. Ernesto sólo tiene 03 años y ama leer sus cuentos y espero que cuando tenga 30 ame seguir leyendo.

¿Por qué leo?¿Por qué los libros? simple, porque me permiten conocer y sobre todo imaginar más allá del papel que contiene sus palabras. Me voy feliz y los dejo con un poema de Mario Benedetti. (Mamá dice que es mi poema, yo también quiero creerlo). ENLIBRENSE!!!!!!

Quiero quedarme en medio de los libros
vibrar con Roque Dalton con
Vallejo y Quiroga
ser una de sus páginas
la más inolvidable
y desde allí juzgar al pobre mundo
no pretendo que nadie me encuaderne
quiero pensar en rústica
con las pupilas verdes de la memoria franca
en el breviario de la noche en vilo
mi abecedario de los sentimientos
sabe posarse en mis queridos nombres
me siento cómodo entre tantas hojas
con adverbios que son revelaciones
sílabas que me piden un socorro
adjetivos que parecen juguetes
quiero quedarme en medio de los libros
en ellos he aprendido a dar mis pasos
a convivir con mañas y soplidos vitales
a comprender lo que crearon otros
y a ser por fin este poco que soy

sábado, 17 de abril de 2010

EnPoesía

Para comenzar este artículo citare la frase célebre de lo que va del ciclo 2010-01, sacada de mi clase con el Profesor Víctor Vich, frase que sin duda ha marcado en mi más curiosidad que nunca por la poesía. “Los peruanos hacemos bien dos cosas, solo dos cosas, que son comer y HACER POESIA”

No creo que sea realmente cierto que sólo hacemos bien esas dos cosas, personalmente creo que hacemos bien muchas otras, pero si estoy convencida (más aún con el seguir del curso) que si hay algo excelente que se gesta en mi país es la poesía. Estoy convencida que la poesía peruana ha marcado un cambio drástico en el poeta. Además de situar a la poesía peruana en la literatura mundial como un icono que destruye el lenguaje, al fin el poeta deja de usar el lenguaje como un instrumento para explicar lo que ve. Ha servido para cambiar su imagen de poeta omnipotente que todo lo sabe y todo lo escribe. La poesía peruana se pelea con el lenguaje y demuestra que ya no es suficiente para expresar, para clamar lo que el hombre siente.

La poesía peruana ha logrado llegar a la cumbre de la literatura por la frescura que presenta su verso que incorpora lo coloquial, lo real, el lenguaje del día a día sin los adornos casi deslumbrante de la poesía moderna que se venía haciendo hasta que Vallejo irrumpe. Es con Vallejo que se quiebran los esquemas clásicos y aquella imagen que tenían los poetas, como los que vienen a develarnos las verdades del mundo que solo sus letrados ojos están posibilitados de ver. Más claro no lo puede dejar, la poesía nos demuestra que literatura o el arte no es aquello sofisticado, sino lo que queremos ver y entender como arte en sí.

Si alguien me pregunta que es lo que aporta la poesía a la vida tengo que decir mucho. Alguien alguna vez me dejo entender que la poesía “lo aburría”, es decir un poema en mi blog no pone. La construcción que se expone en la poesía, como toda expresión artística es una muestra de cultura que no sólo nos muestra al autor sino su contexto, nos devela su historia y como toda obra crea en nosotros historia también. Como lo he dicho anteriormente Literatura no es aquello que es sofisticado o estético, no es lo más letrado o complicado, sino que se trata de cómo hemos sentido y cómo es que hemos vivido.

El 15 de Abril se celebró el día del Poeta Peruano. Aquí les dejo uno de mis poemas preferidos de Vallejo, espero lo lean y le encuentren su propio sentido y sobre todo espero que entiendan la calidad de producción poética que se genera en el país y que no está siendo valorizada. Dejen de lado el “ah sí me gusta pero la poesía no”, siempre es bueno abrir los ojos a otros medios de expresión.

LA CENA MISERABLE

Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.

De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...

Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!



domingo, 11 de abril de 2010

Leonor, puedes respirar


Leonor se había escondido debajo de las frazadas de mi cama en un día de lluvia lo que sólo podía indicar que algo no andaba bien. Me tuve que limitar a sentarme en la mecedora, en medio de aquella forzada oscuridad, para escuchar los sollozos de Leonor y ver como de vez en cuando sacaba su mano para jalar un pañuelo Klennex de la cajita sobre el velador.

Era una etapa, siempre lo era, yo prefería volcar mi frustración con un buen par de audífonos y la música a todo volumen, tan perturbadora que las ideas se me removían. Saltaba por mi habitación como una desquiciada para que las ideas se me sigan removiendo hasta las entrañas, así era más fácil olvidar o sentirse menos culpable o tal vez odiar menos a alguien. Leonor en cambio prefería esconderse en una colcha, con los ojos hinchados, con las lágrimas en las almohadas. Esta vez era grave, por eso no se podía ir a su casa, sino su mamá la vería así y lo solucionaría con un calmante más, con una pastilla adicional al coctel que le mando el psiquiatra, porque al parecer para nadie es normal, excepto para nosotras, que alguien se deprima y no coma. No le hablaba porque con ella en ese estado era un trabajo casi en vano. Debía esperar a que se calme, que salga de la colcha con sus ojos negros ahora rojos por el llanto y con la mano extendida para que la ayude a levantarse. Llorar la agotaba, restaba de ella las pocas fuerzas que recolectaba durante el día y sin embargo llorar siempre fue una de los pocos escapes que tuvo durante el tiempo en que piso descalza la tierra.

- ¿Qué pasó? Es decir, la historia completa.

- La historia completa Celeste es que ya me aburrí.

Leonor se había aburrido del 80 por ciento de las cosas que había emprendido, porque no encontraba muchas que las llenara, todo era vacío menos las clases de ballet, menos los poemas de Eguren. Todo era aburrido menos poder hablar con conmigo, comer helados los viernes luego de clases, prestar atención a la clase de filosofía y conversar con el único amigo que tenía aparte de mí. Leonor pensaba que era una sensación de bienestar que sin embargo fue desmejorando, no porque ella se haya aburrido, sino porque él también se aburría de las cosas rápidamente. De eso fue, creo yo, que la pequeña Leonor se aburrió. Alguien se había aburrido de ella y eso era más difícil de asimilar que el resto de los problemas.

Sus sollozos me arrullaron y cuando volví a abrir los ojos tenía su rostro justo en frente. Que se haya levantado de la cama significaba que ya estaba lista para hablar sin tener que ocultarse debajo de la colcha.

Secó las lágrimas que aún le corrían por las mejillas, se sentó, acomodó la colcha alrededor suyo y empezó a hablar y hablar sin parar, era la segunda etapa. Iba a hablar conmigo lo que no le podía decir al psiquiatra porque en terapia la oían y después sólo la medicaban. Ella sólo quería que por alguna maldita vez la oyeran y nada más, sin pensar más, sin decir o analizar. No se trataba de develar los misterios de la vida, no al menos en este momento.

- ¿Quieres comer?

- Si.

- ¿Quieres comer en serio?

- No lo sé, pero si quiero comer.

- Ok. Helado entonces.

Al fin y en medio del helado llegó la tercera etapa, al fin L estaba lista para hablar sin atragantarse con sus sollozos y los pucheros que uno hace cuando las lágrimas salen de manera desenfrenada. Ahora si podía hablar tranquila, era el momento en que yo entendía que era lo que había sucedido exactamente, mejor que en terapia, mejor que en la vida de medicamentos que le habían hecho vivir y por algunas veces en su existencia sin sentirse culpable de comer o al menos no tan culpable. Por momentos callaba, tenía que ordenar las ideas, limpiarse los ojos y volver a acomodar la colcha como único escudo ante la realidad que a todos nos toca y con la que hasta el último de sus días no supo lidiar bien.

- ¿Fue como regresión?

- Algo así Celeste, fue triste.

Leonor regresó a los 4 años, o mejor dicho a los recuerdos que uno tiene de cuando tenía esa edad. Se es demasiado pequeño para recordar todo pero lo suficientemente consciente para grabar en la memoria aquello que de cierto modo nos hizo crecer, por ser algo bueno o algo malo. Leonor se había puesto mal luego que se parara tras la misma ventana en que esperaba a que llegara su papá cuando apenas era una niña. Había sido de nuevo engañada como lo solía hacer él, sólo que ahora era una nueva persona.

- Me voy, pero igual te voy a seguir viendo.

Fue lo que le su papá le había dicho a Leonor antes de irse de la casa y por su puesto en aquella época, cuando ella comía y no necesitaba ir a terapia su mamá le aclaró que ellos se divorciaban pero que ellos se seguirían viendo. Todo fue una mentira, no una mentira de su mamá sino de su papá que nunca más cumplió con su palabra. Al parecer si te aburres de Leonor dejar de cumplir con tu palabra, entonces eso se convierte en la mejor solución para calmar tu conciencia.

Luego de que nadie llegara la tarde anterior se paró detrás de la ventana y recordó como solía esperar a su papá los viernes, con sus zapatos de charol y su mochila lista. Supuestamente así pasarían el fin de semana juntos, ella le contaría con quien jugó en el nido, o que al fin hizo una nueva amiga “Se llama Celeste papi, un extraño nombre”, le iba a contar que comió, que le dijo su mamá y lo mucho que lo extrañaba, pero su papá nunca llegó. Fueron 5 minutos, fueron 10 minutos, fue a comer galletas y a hablar con su abuelo mientras esperaba, pasaron 30 minutos y decidió quedarse en la ventana. Papá había dicho a las 4 pero bueno a veces los adultos se retrasan pensaba ella. Ahora tenía 17 y no podía dejar de volver a los 4 años y recordar cómo sus ilusiones, puestas en el jardín delantero de la casa a través de la ventana por donde tenía que pasar su papá para recogerla como lo prometió, se desvanecieron junto con él.

- Más helado por favor.

- ¿Para que sigas tu relato?

- Si Celeste, más helado por favor.

Me siguió contando. Llamó el lunes como si nada hubiera pasado a pedir disculpas pero sin explicar nada, luego que Leonor se quedó el fin de semana como ahora con los ojos hinchados y la nariz roja de tanto llorar. La nana la sacó de la habitación porque sabía que su mamá le había pedido el teléfono para gritarle a su papá por ilusionar a la niña, a una pequeña.

- ¿Siempre fue así?

- Fueron solo 3 meses antes que desapareciera por completo, lo vi dos veces.

Leonor estaba convencida que así como su padre fue un malvado por mentirle a una niña, por crear expectativas que jamás iba a cumplir y sobre todo por actuar como si nada malo hubiera sucedido, de igual manera ella había sido una tonta por creer que llegaría a buscarla. Fue una tonta por aferrarse a las ventanas y llorar cuando su madre, su nana o su abuelo la sacaban de ahí, tonta por creer que algún día llegaría. Cuando creció siempre pensó que no iba a esperar a nadie más, que luego de lo que había pasado era imposible que alguien volviera a mentirle, porque para ella no podía haber nada peor que engañar a una niña, pero otra vez como en muchas de sus inocentes estimaciones de la realidad se equivoco.

Terminó su historia y siguió son su helado. Al fin pude entender porque estaba tan mal, no sólo le habían mentido sino que por eso habían vuelto a ella los recuerdo que pensó estaban ya suficientemente enterrados. Terminó de comer su helado, se arregló el cabello y tomo una de mis casacas.

- ¿Está lloviendo?

- Si, a cantaros.

- Perfecto Celeste, es hora de salir.

Bajo corriendo las escaleras de la casa, cuando abrió la puerta el aire frío entró de manera perturbadora, volteo y me dio una de esas sonrisas que dicen gracias.

- Leonor, ya para que gastas tus energías. Córtalo y punto.

Ahora que Leonor ya no está es que entiendo que ella sólo quería la lluvia y la verdad, eso era suficiente. Al menos al final de ese largo día y luego de decir todo lo que guardaba pudo respirar con normalidad de nuevo.



domingo, 4 de abril de 2010

Romance de la luna tucumana

Cuando estoy triste, cuando alguna idea extraña me ronda en la mente o cuando siento que otra vez he caído en las mismas fallas trato de regresar a la realidad, para sentirme mejor tal vez mortal pero con la certeza que todo tiene una solución. Para eso siempre regreso a las canciones a las que llamo "mis canciones de infancia". Porque las escuché desde niña, porque evocan en mi excelentes recuerdos.
ROMANCE DE LA LUNA TUCUMANA, no sólo me recuerda a mi niñez sino que la melancólica que su melodía transmite me alegra, eso es lo que necesito alegría porque he vuelto a descubrir (estúpido de mi parte haberlo olvidado) que en muchos casos el mundo también esta lleno de mentiras.
Pero como he aprendido ayer, hoy y seguramente seguiré aprendiendo cuando algo se extraña es porque si lo queríamos y si no es así hay que seguir los caminos que nos toquen.

Los dejo con una de mis canciones de infancia.

Bajo el puñal del invierno
Murió en los campos la tarde.
Con su tambor de desvelos
Salió la luna a rezarle.

Rezos en la noche blanca
Tañen las arpas del aire,
Mientras le nacen violines
A los álamos del valle.

Se emponchan de grises nieblas
Los verdes cañaverales
Y caminan los caminos
Con su escolta de azahares.

Zamba de la luna llena
Baila la noche en las calles
Con su pañuelo de esquinas
Y su ademán de saudades.

La noche llena de arpegios,
La copa de los nogales;
El tamboril de la luna
Cuelga su copla en el aire.

Mi corazón bate palmas
Con las manos de mi sangre
Mientras cansada, la luna,
Se duerme sobre los valles...