viernes, 8 de marzo de 2013

8 de marzo, no es un día cualquiera

Desde el 8 de marzo de 1975 la ONU declaró esta fecha como el Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, ya en 1911 en países como Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Hoy en un programa de radio escuché a una señora decir algo así como que el feminismo ya era obsoleto porque las mujeres habíamos alcanzado la plenitud de nuestros derechos y ahora estábamos en igualdad con los hombres. Pues, creo que sin importa la opción política, la opción sexual, si eres feminista o no, madre, hija o abuela no podemos aceptar esta respuesta pues aún no nos encontramos en "igualdad" (mejor dicho equidad) con los hombres. Si bien hemos alcanzado derechos básicos como el voto, acceso a la educación, al trabajo remunerado, al respeto de períodos de maternidad, entre otras cosas, aún nos encontramos lejos de que se nos respete totalmente ante el estado, la sociedad, la iglesia y demás entidades reguladoras de la sociedad.
Mientras una mujer siga sin la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo sin ser juzgada, mientras sigamos siendo víctimas del acoso en las calles, violaciones sexuales, maltrato físico y psicológico sin que hayan severas sanciones, mientras más mujeres sigan muriendo por crímenes de género, se nos siga viendo como objeto, usando la violencia sexual sobre nuestros cuerpos como arma de guerra, mientras no se nos respete como sujeto todas las mujeres debemos seguir trabajando por nuestros derechos. No es suficiente tener voz, es necesario hacernos escuchar.
Se trata de algo más de felicitarse por ser mujer, es trabajar por nuestros derechos. Hoy recordemos el pasado y los logros cumplidos, reflexionemos sobre el presente y trabajemos por un futuro. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Ana Karenina, del libro a la pantalla.



Hace unos días vi una nueva adaptación de Ana Karenina, dirigida por Joe Wirght y como protagonista Keira Knightley. Así recordé que, cuando tenía unos 12 años papá y yo nos fuimos de incursión a Amazonas. Para los que no conocen, no nos fuimos a la selva, nos fuimos a esta gran feria de libros de segunda (donde además encuentran maquetas, proyectos de ciencias y unas yuquitas fritas muy ricas). Papá compró algunos libros para mí y entre ellos su gran recomendación con su siempre conocida “Ya estás en edad de leerlo” me compró la novela de León Tolstoi, Ana Karenina. Obviamente llegué a casa dispuesta a emprender esta nueva aventura literaria, hasta ese momento no había leído nada de la literatura rusa. 

Las recomendaciones de papá siempre han sido las mejores, pero desde que leí Ana Karenina quede prendida de esta novela. Vuelvo a ella una vez al año para volver a aferrarme a la historia de Kostia y Kitty. Es una novela con muchos personajes, por un lado está Oblonsky y Dolly un ejemplo de la rutina, Kitty que rechaza a Kostia por esperar una propuesta del Conde Vronsky y al mismo tiempo el Conde enamorado de Ana Karenina, esposa de Karenin y madre de Seriozha. La novela consta de ocho partes y no solos cuenta diferentes historias de amor y relaciones familiares, también representa una crítica social de la aristocracia rusa de la época. Hay que recordar que esta novela fue publicada en 1877. Hay un reflejo de la doble moral, la hipocresía y plasma con claridad el rol, privilegios y deberes de las mujeres. 

La novela es excelente por la historia que narra, como se entrelazan los relatos y la técnica narrativa del autor. Sin embargo, este no es el único encanto que tiene la novela, también ha sido varias veces adaptada para el cine, sin embargo no todas las adaptaciones han sido fructíferas. Como les contaba al principio, corrí a ver esta nueva adaptación, pues mi propia fijación por la novela hace que verlas en el cine sea interesante, o al menos esos pensaba. 

Ana Karenina tiene seis adaptaciones cinematográficas. La primera en 1935, fue dirigida por Clarence Brown y tenía como protagonista a Greta Garbo y a Fredric March. La segunda adaptación fue en 1948, dirigida por Julien Duvivier, donde Vivien Leigh así de Ana. En 1967 Aleksandr Zarjí lleva una tercera versión al cine con Tatiana Samólova con el protagónico. Una versión más reciente, aunque sin mucho brillo, es la de 1985 que fue una versión para la televisión con Jacqueline Bisset y Christopher Reeve. Mi favorita, hasta la mejor adaptación para mí no sólo por los personajes sino por su forma de narrar la historia, es la de 1997 bajo la dirección de Bernand Rose con Sophie Marceau como Ana Karenina y Sean Bean como el Conde Vronsky. 

La última adaptación, con Keira Knightley, es una interpretación excepcionalmente libre donde todo transcurre en un teatro. Movimientos demasiado dramatizados, un Vrosnky que no está a la altura del personaje del libro por sus disfuerzos y poca presencia, más parece un niño engreído con un nuevo capricho. Por otro lado, esta nueva Ana Karenina si bien luce un vestuario espectacular no nos muestra ni pasión, ni dolor, es un personaje plano. En esta nueva adaptación, tal vez los únicos personajes que resaltan y causan un poco de ternura con Kostia y Kitty. El resto de personajes pasan desapercibidos por la velocidad en que se cuentan sus historias sin entrar en ninguna profundidad. Esta adaptación es únicamente la superficie de la historia real. 

Sin embargo, es una excelente idea que lean la novela o retornen a ella, siempre tiene algo nuevo por contar. También vea las adaptaciones, saquen sus propias conclusiones y encuentren sus favoritas. Pocas con las adaptaciones que son tan buenas como el libro, pero muchas hacer su mejor esfuerzo.
 
Los dejo con la escena del baile, una de mis preferidas.