domingo, 29 de abril de 2012

Adiós Abril


 - Abre las fauces y ten el valor.

Gritó alto y se ahogo en su sentimiento mientras el seguía paralizado sobre la acera sin mover un músculo. Se quedó observando sin un punto fijo y luego de parpadear sólo pudo decir que lo sentía.


Las cebollas se estaban quemando y el dolor en mi dedo no dejaba de emanar sangre que se iba con el agua, con la piel como labios que se abren y se cierran, miré dentro de mi pero no tan adentro. Desde el marco de la puerta sentía su mirada y el cuchillo estaba tan cerca ¿Qué tan rápida tenia que ser para atacar? Se asomó por detrás y me pidió ver la herida, la lavó, la curó y apagó la cocina. Mejor no hagas nada, comeremos fuera. Mientras hubiera más gente entre los dos, menos tenía que ver mi rostro y fingir amor. Cortó la carne casi cruda, pidió ensalada, papas y sin dejar de mirar el plato seguía advirtiendo “tienes que comer, no puedes seguir así” y con una mano, sin dejar de mirar su carne sangrante en el plato, sirvió ensalada, carne y papas. Me hizo abrir la boca y contó cada mordisco, pidió un postre para los dos y fingió preocuparse. El carro iba más rápido y me fui sin prisa al cuarto. 

- Tengo miedo por ti.
- Yo no tengo ni miedo ni amor, no me queda más que mi cuerpo ahora.
- ¿Yo que tengo de ti?
- Te llevas casi todo ¿Quieres más?
- No sé
- Ese es tu problema tu nunca sabes


Quería gritarle en la cara que él nunca sabía lo que quería, que su confusión eran mis lágrimas y que tantos años sin saber habían hecho que cargue sus dudas para poder aplacarlas con mis verdades y pensar que todo iba bien. Mentirle a mi corazón para taponear esta entraña dolida que tengo ahora.

Me seguiste hasta el baño y no dejaste que cerrará la puerta, me tomaste entre tus brazos y me diste un fuerte abrazo, la incomoda pregunta que todas las noches me daba miedo pronunciar para saber si aún había cariño y la absurda respuesta que me permití creer Si no te quisiera ¿crees que estaría contigo? La camisa salió rápido y yo creí, como cada encuentro, que nos uníamos más bajo nuestras pasiones. Ya no sabia si era relación o fijación. Ahí estaba agotada ante mi cuerpo y con el tuyo, con una sonrisa y ante tus ojos sentía que estaba a salvo ¿A salvo de qué? Bajo el desgarro de mi piel y mi olor sobre el tuyo pensaba que nada podía pasar. Entonces me cubrí con la sábana para tapar mi imperfección y dejar ver aquello que si te gustaba. Me encontraste debajo de las sábanas y te quedaste en mi vientre tibio hasta dormir. 

Solo nos quedaría: hubiera sido hermoso, hubiéramos podido
intentar ser alguna vez...
y por encima del tapete estrechar nuestras manos como dos
buenos amigos.



Siempre hueles rico me dijiste antes de irse a la ducha. Cerraste la puerta y me dijiste que me levantara, una vez, dos veces y fue el sonido de tu celular timbrando una y otra vez lo que me saco del letargo.Era una de ellas tus tantas amigas que me alteraban los nervios, una de aquellas que me miraban y susurraban, con el rabillo del ojo me sonreían y con el cuerpo entero hablaban mal de mi con errores y falacias. Boté el celular al piso y la almohada no fue lo suficientemente fuerte para calmar mi cólera. Me asomé y estabas ahí como en los primeros días. Sin mirarme me dijiste que mejor me bañará o se haría tarde. Yo era obediente ¿Desde cuando? Sentía tu risa cuando me despertaba solo para darme cuenta que no era conmigo, ya no podía aguantar. Me fui corriendo al balcón, un cigarro. Te fuiste rápido con un beso que apenas tocó mi piel. Subiste al carro hablando por el celular, seguro con una de ellas. 

- Te quiero pero no sé ¿Qué hago?
- Cuantas mentiras más vas a decir.
- Quiero abrazarte. Dame un beso más.
- Ya no me queda nada, ni siquiera un beso.
- ¿Qué hemos hecho?



Yo tenía la vista nublada y tú seguías apacible mirando alrededor, secando mis despojos con tu pañuelo. Yo sé lo que hemos hecho. Hemos besado, hemos vivido, hemos susurrado en el oído del otro y he abierto mi cuerpo solo para ti. ¿Qué más hemos hecho? Yo trato de entender y tú quieres correr, tal vez de miedo. Te fuiste, con un beso en la frente y me dejaste en el balcón. 

te quiero a pesar de tus malditas maneras de mirarme por
encima de la mesa


Carmela te invito y me invito, no sé acordó. Fue la emoción de los 30 o el calambre de pasar una década la que le estropearon las neuronas. Me da miedo mirar si llegas. Me he cortado el cabello, corto como nunca te gusto, me he puesto los zapatos rojos que compraste alguna vez y mi vestido negro, el mismo de las pasiones de los primeros días. Miro de reojo y no puedo dejar de atragantarme los bocaditos que pasan, un canapés mas y no soportó mas mi garganta. El baño, el caño abierto y vomitar fue la solución de mi ansiedad. Lista, repuesta de mis ansias abrí para encontrarme tan cerca como antes con tu rostro y tu mano para detener mi prisa. Abril. Pero ya te habían dicho que yo estaba en la reunión, te habían dado los detalles y fuiste a la búsqueda. Te sentaste frente a mí y no dejaste de mirarme. En el fondo tenías razón yo le hacía caso al corazón, pero no podía dejar que mi corazón ganará está batalla con entrañas adoloridas, con una garganta que era victima de mi ansiedad, con un cuerpo que ha sufrido el desconsuelo de un abandono nunca explicado. Me ofreciste llevarme a casa, me ofreciste un beso y yo acepté que subieras, que tomarás, quise que me abrazaras y permití que pasaras la noche conmigo, pero no te quedaste. Ya no querías. 

¿Realmente existe el amor? – le pregunto
y él solo pone su casaca en la percha, alista la cama, repasa el
ambiente.


- Adiós Abril
- ¿Ahora si te vas? 

- Ha pasado un mes.
- Tienes razón, ya pasó abril. Aquí me quedó, tú vete.
- Perdóname.
- Mejor, busca como perdonarte tú.


Fue lo último que te dije, realmente no te volví a ver. Por primera vez fui mas rápida, por primera vez no tuve miedo, por primera vez fui yo la que cerró la puerta. Pero no te volví a ver por mi valor para alejarme, si yo no solucionaba las cosas, el destino si. NO debí dejar que te vayas aquella madrugada, el sueño te ganó. Tu siempre tenías sueño, siempre dormías, no debiste haberte dormido en ese cruce. No debiste, ahora ya no te veré. Tal vez esta ves si me dijiste adiós, sabías que no nos veríamos. 

Poema Vida continua en Ese oficio no me gusta. Rocío Silva Santisteban. Lima: Ediciones Copé, 1987.

domingo, 15 de abril de 2012

Soy solamente un animal que escribe y se enamora.. PARTE 2


Les contaste un cuento sabiéndolo contar
Y creyeron que tu alma andaba mal
La mediocridad para algunos es normal
La locura es poder ver más allá


Se dio cuenta que el camino era largo y dolía. Pensó en no seguir, pensó en dormir, en refugiarse en los abrazos de los amigos y por muchos instantes era como si nunca fuera a dejar de llorar. Quería de nuevo su abrazo, un abrazo descarnado y cruel para recordar y luego suplicar por piedad ante la vida misma para que no la dejen sentir más. Mamá la lleno de preguntas, como buscando un culpable, como buscando que ella dijera o admitiera su culpa que estaba dañada por no decir querer. Cada pregunta era una angustia impuesta por no cumplir el contrato social, cada abrazo eran más lágrimas, cada lágrimas era una liberación. Hoy quiero saborear mi dolor, no pido compasión ni piedad. Sólo debería recordar que no era su culpa pero su circunstancia. Quería llorar sin perder los ojos, gritar de angustia, romper algo. 

Los días pasaban, unos más rápidos, otros más lentos. Dormir era su único sosiego. Las semanas fueron seguidas de los meses y la esperanza de no sentir se convirtió en realidad. Ella no quería sentir, quería un abrazo y paciencia. Le daba curiosidad y las náuseas ya no estaban, las mañanas ya no era un tormento, las noches era una pastilla y el correr de la rutina estaba cumpliendo su efecto.

- ¿Aún lloras?
- No
- Te quería ver para pedirte…
- "Te quería ver para.." decirte que tengo que seguir Martín.
- Mercedes…
- Para ti es no saber, yo si sé lo que quiero.

Tomó su abrigo rojo y salió lo antes posible, con la cara apretada tal vez para no gritar, tal vez para no llorar. Tomó un sorbo de café y buscó en su rostro algún vestigio. A sus espaldas, tras la puerta, la pared o una cortina estaba Martín. Al fin lo dejó ir, tal vez ya había aprendido. Buscó en su pequeño corazón y encontró dolor y pena, halló las sonrisas que había perdido y se dio cuenta que en lugar de olvidar debía dejar que la vida siga. I want to be forgotten, and I don't want to be reminded. Si se olvidaba de ella, cambiaría de camino para seguir el suyo, nuevo camino, nuevo nombre, nueva vida, nueva sonrisa y un corazón nuevo para otro que venga. 

- ¿Te dijo te quiero?
- Así es Ale.
- ¿Qué dijiste?
- Tomé el café y me fui
- Te siguió
- Espero que no. Seguro aún no sabe lo que quiere.
- ¿Aún lloras?
- Ya no lloro, tampoco rio.

París tiene mejor café. París te salvó el alma rota y los ojos hinchados. Fue el tiempo y los amigos, fueron las preguntas tontas que tuviste que contestar y ahora un recuerdo dulce para mirar. Un bolso nuevo para llevar la lección aprendida y un parche para los que creen que llorarás por la eternidad. Adiós a sus abrazos, no más entre tus piernas y una caricia nueva llegará a tu palido rostro Mercedes. Un abrazo. A

¿Por qué la niña ríe en vez de llorar?

domingo, 8 de abril de 2012

Y al tercer día....

Desde el domingo pasado tal vez hasta el martes mi alma golpeada y guerrera, aquella alma de cigarra que la vida me asigno, fue cuesta abajo y volvió a ascender para resucitar casi en 3 días no por gracias divina, sino por esfuerzo y cariño. Luego de jueves, viernes y sábado de descanso y amigos he terminado como cualquier ser humano conciente pensando sobre mi propia existencia, pues si no nos cuestionamos sobre nosotros mismo… dejaríamos ciertamente nuestra calidad de humanos.

La semana santa llegó a Lima como todos los años llena de sol y con un calor que hace muchos años no sentía en estos días de Abril cuando el otoño nos llega y uno empieza a sacar sus cortavientos. Pues, con el calor y el alma en cuestión de nuevo me volví a preguntar donde es que estaba dios. Regresé a mis 4, 5,6, 7 y 8 años de edad, donde mi alma había sido tomada por un fevor peculiar y ciego. Unos años mas tarde, a raíz de un accidente (muy apropiado) en medio de mi recogimiento religioso me alejé de aquella fe que de un momento a otro (pues no recuerdo desde cuando) me había sido un poco impuesta, un poco asimilada. A muchas personas suelen parecerles curioso que haya pasado de ser una monja a decir que no creo en la iglesia católica, ni en ninguna religión. Pues aquí va la declaración del año señoras y señores, aquella que muchos no creen. Es cierto, no creo en Dios, Ala, Buda, Jehová o en los santos oleos. Creo en las buenas personas, también en las buenas acciones, creo que el mundo es chico y que todo da vueltas si eres bueno o si eres malo, si actuaste con la verdad o con maldad, creo que es posible mejorar y también creer en la gente, estoy segura que muchas personas con buenos deseos logran buenas cosas y sobre todo que hace falta que alguien bueno no haga nada para que el mal triunfe. 

Para mi la religión te dice que está bien y que está mal para el mismo sosiego de nuestra conciencia, un invento del hombre para creer que sus actos pueden ser limpiados, la necesidad de saber que tiene que haber algo superior a uno para aferrarnos. Entonces, en este fin de semana largo lleno de lecturas también he podido recordar mis épocas de creencia, como aunque ahora quisiera no podría recuperar aquel pensamiento ciego y como felizmente en libertad de mis pensamientos he decidido seguir en la lucha por un mundo mejor, creo que muy a parte de si eres cristiano, judío o lo que seas debemos buscar un mundo justo y mejor para todos. Aun me hago muchas preguntas sobre dios....


domingo, 1 de abril de 2012

Soy solamente un animal que escribe y se enamora.. PARTE 1




Aquel domingo por la mañana el sol del verano que se negaba a irse la abrumó con millones de preguntas. A tientas llegó hasta el baño que daba vueltas, el cuerpo mismo le decía que ese día terminaría su última aventura. El espejo, tan verdadero como el reflejo de sus angustiados ojos, develó la mala noche, las lágrimas de la velada anterior y un inapelable sabor a náuseas se acercó por su garganta. El mundo le decía que iba a terminar. 

Tres timbres, pero colgó. Mejor que vuelva a llamar, mejor lo llamo. Un mensaje de texto “creo que no quiero que llegue el martes”. Entonces hay que llamar.

- Hola
- Mercedes
- ¿Por qué ya no el martes?
- Algo de mi le tiene miedo
- ¿Miedo a qué Martín?
- La verdad Mercedes es que… no sé
- ¿Qué es lo que no sabes? ¿Martín?
- No sé, creo que aún estoy dormido.
- Entonces porque me dices que quieres que llegue el martes
- Creo que ya no te quiero como antes

La sentencia se dio sin piedad ¿no se daban así todas las sentencias del corazón? La misma desesperada sensación de náuseas, colgó tan rápido como pudo en una despedida llena de tropiezos sin saber que decir. Uno no sabía que decir por cobarde y la otra no sabía que decir pues era demasiado tonto hablar cuando ya no te quieren. Fue una despedida fría y llorosa, tal vez ambos la recordarían. El longplay de Ella Fitzgerald seguía sonando y en medio de Cry me a river las lágrimas brotaron tanto que ya no veía, el dolor era en la entraña tan fuerte que ya no recordaba su rostro, el dolor de su palabras y su último beso. Al mismo instante en que pudo pararse recordó que el martes perfecto que había planeado aún la esperaba, solo que ahora estaba sola con su regalo y un año queriendo a alguien sin ser vista. 

- Ayer te vio Alicia
- ¿Y qué te dijo?
- Le pareciste preciosa.
- ¿y a ti?
- Te quiero.

Repetir los recuerdos no ayudaban y el longplay tampoco. Lo cambiaron unas dos veces pero cada canción tenía un recuerdo, cada verso era una lágrima nueva. Alexandra decidió que no más música en casa de Mercedes por ahora. ¿Ya comió algo? Le preguntó a Guiliana. No quiere comer nada. El verano era la peor época para deprimirse, mucho mas luz que ocultar, mucha más alegría que asumir y ella con su colcha seguía en esa casa desde la mañana anterior sin entender porque ya no la quieren como antes. Nunca antes había dicho que si, menos le había dicho que si con tanta esperanza a alguien. Se acostumbró a andar de la mano, muy fuerte como aferrándose a el cariño que pensaba que le tenían. Dijo te quiero y se sintió liberada por asumir la verdad y como todo en esta vida se hacía completo quiso tanto que ahora que la querían menos no entiendo cuando es menos, como era antes y las preguntas que en la mente le rondaban y le daban sórdidas ideas, pues tal vez antes era muy poco el afecto que le tenían y ahora es nada. 


- ¿Qué vas a hacer el martes M?
- Voy a ir, decir lo que quiero, preguntar lo que necesito y …
- ¿llorar?
- No puedo llorar Alexandra, no puedo…
- ¿Por qué?
- Si lloro con él es simplemente recordarle que me agujereo el alma.
- ¿No quieres que él sepa?
- Ya no le interesa, porque no me quiere como antes.

ah mon maitre
me has engañado como el sol a sus criaturas
prometiéndome un día eterno todos los días 

Corres con miedo por el pasadizo, no llegas a verlo y cuando lo alcanzas cierra la puerta, aparece Melisa con su risa, con sus ojos negros y se ríe en su cara entonces ahí casi inconsciente por la puerta en la cara y la risa que aturde se desmaya desgastada por su propia tristeza. Un zumbido y la mano izquierda, por inercia, apaga el despertador. La luz de aquella mañana le anuncia que es martes al fin. 

Con valor aquel día enfrentaría a quien quebró su soledad.