La semana santa llegó a Lima como todos los años llena de sol y con un calor que hace muchos años no sentía en estos días de Abril cuando el otoño nos llega y uno empieza a sacar sus cortavientos. Pues, con el calor y el alma en cuestión de nuevo me volví a preguntar donde es que estaba dios. Regresé a mis 4, 5,6, 7 y 8 años de edad, donde mi alma había sido tomada por un fevor peculiar y ciego. Unos años mas tarde, a raíz de un accidente (muy apropiado) en medio de mi recogimiento religioso me alejé de aquella fe que de un momento a otro (pues no recuerdo desde cuando) me había sido un poco impuesta, un poco asimilada. A muchas personas suelen parecerles curioso que haya pasado de ser una monja a decir que no creo en la iglesia católica, ni en ninguna religión. Pues aquí va la declaración del año señoras y señores, aquella que muchos no creen. Es cierto, no creo en Dios, Ala, Buda, Jehová o en los santos oleos. Creo en las buenas personas, también en las buenas acciones, creo que el mundo es chico y que todo da vueltas si eres bueno o si eres malo, si actuaste con la verdad o con maldad, creo que es posible mejorar y también creer en la gente, estoy segura que muchas personas con buenos deseos logran buenas cosas y sobre todo que hace falta que alguien bueno no haga nada para que el mal triunfe.
Para mi la religión te dice que está bien y que está mal para el mismo sosiego de nuestra conciencia, un invento del hombre para creer que sus actos pueden ser limpiados, la necesidad de saber que tiene que haber algo superior a uno para aferrarnos. Entonces, en este fin de semana largo lleno de lecturas también he podido recordar mis épocas de creencia, como aunque ahora quisiera no podría recuperar aquel pensamiento ciego y como felizmente en libertad de mis pensamientos he decidido seguir en la lucha por un mundo mejor, creo que muy a parte de si eres cristiano, judío o lo que seas debemos buscar un mundo justo y mejor para todos. Aun me hago muchas preguntas sobre dios....
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