Les contaste un cuento sabiéndolo contar
Y creyeron que tu alma andaba mal
La mediocridad para algunos es normal
La locura es poder ver más allá
Se dio cuenta que el camino era largo y dolía. Pensó en no seguir, pensó en dormir, en refugiarse en los abrazos de los amigos y por muchos instantes era como si nunca fuera a dejar de llorar. Quería de nuevo su abrazo, un abrazo descarnado y cruel para recordar y luego suplicar por piedad ante la vida misma para que no la dejen sentir más. Mamá la lleno de preguntas, como buscando un culpable, como buscando que ella dijera o admitiera su culpa que estaba dañada por no decir querer. Cada pregunta era una angustia impuesta por no cumplir el contrato social, cada abrazo eran más lágrimas, cada lágrimas era una liberación. Hoy quiero saborear mi dolor, no pido compasión ni piedad. Sólo debería recordar que no era su culpa pero su circunstancia. Quería llorar sin perder los ojos, gritar de angustia, romper algo.
Los días pasaban, unos más rápidos, otros más lentos. Dormir era su único sosiego. Las semanas fueron seguidas de los meses y la esperanza de no sentir se convirtió en realidad. Ella no quería sentir, quería un abrazo y paciencia. Le daba curiosidad y las náuseas ya no estaban, las mañanas ya no era un tormento, las noches era una pastilla y el correr de la rutina estaba cumpliendo su efecto.
- ¿Aún lloras?
- No
- Te quería ver para pedirte…
- "Te quería ver para.." decirte que tengo que seguir Martín.
- Mercedes…
- Para ti es no saber, yo si sé lo que quiero.
Tomó su abrigo rojo y salió lo antes posible, con la cara apretada tal vez para no gritar, tal vez para no llorar. Tomó un sorbo de café y buscó en su rostro algún vestigio. A sus espaldas, tras la puerta, la pared o una cortina estaba Martín. Al fin lo dejó ir, tal vez ya había aprendido. Buscó en su pequeño corazón y encontró dolor y pena, halló las sonrisas que había perdido y se dio cuenta que en lugar de olvidar debía dejar que la vida siga. I want to be forgotten, and I don't want to be reminded. Si se olvidaba de ella, cambiaría de camino para seguir el suyo, nuevo camino, nuevo nombre, nueva vida, nueva sonrisa y un corazón nuevo para otro que venga.
- ¿Te dijo te quiero?
- Así es Ale.
- ¿Qué dijiste?
- Tomé el café y me fui
- Te siguió
- Espero que no. Seguro aún no sabe lo que quiere.
- ¿Aún lloras?
- Ya no lloro, tampoco rio.
París tiene mejor café. París te salvó el alma rota y los ojos hinchados. Fue el tiempo y los amigos, fueron las preguntas tontas que tuviste que contestar y ahora un recuerdo dulce para mirar. Un bolso nuevo para llevar la lección aprendida y un parche para los que creen que llorarás por la eternidad. Adiós a sus abrazos, no más entre tus piernas y una caricia nueva llegará a tu palido rostro Mercedes. Un abrazo. A
¿Por qué la niña ríe en vez de llorar?
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