- Respira Violeta. Respira
- Vamos a Paris, por favor!!
- ¿Segura?
- Más segura que nunca.
- Ok. Te encuentro en una hora en el aeropuerto.
Ni bien colgué abrí mi ropero y saqué mi maleta de viaje, mi mochila de Jack y empecé a meter toda mi ropa, al menos aquella de invierno. Mi polo de Ramones, la casaca de la universidad, mi polo de Mafalda, mis converses, palestina y una casaca más.
Me estaba yendo, esperaba que para siempre. No pedía más, era lo mínimo de tiempo que podía tener para librarme. Tenía que llevar el diccionario de francés. Mis lentes de sol, para que nadie me reconociera y mi boina para poder sentarme a tomar jugo de naranja con croissant, en algún café, en alguna esquina. . Alfonso seguro iba a llevar su laptop. No, definitivamente yo necesitaba la mía, mi cámara, el usb, la foto de mis hermanos y mi pasaporte.
Tenía que salir lo antes posible, mis cosas estaba listas, saqué todo el dinero que había ahorrado durante los 19 años de mi vida, cerré la puerta de mi cuarto despidiéndome de Charlie Brown y con una sonrisa les dije a mis papás que me iba a comprar gaseosa para el almuerzo. Mi mamá se limitó a decirme que me apurará. Saqué mi maleta y la mochila por la puerta de la cocina. Me fui.
Detuve el primer taxi que pasó le dije que iba al aeropuerto, me llevó por no sé cuantos soles, pero ahí estaba, Lima pasaba por mis ojos y yo solo pensaba en lo mucho que quise hacer esto. Desde los 6 años, tal vez desde los 8, quizás siempre. Irme, salir para siempre de aquella casa, la de mi madre. Al fin.
Alfonso tenía que estar en el aeropuerto. Tenía que estar antes que yo, así me podría ayudar con la maleta. Así sabría que hacer. Hey Jude sonaba en el Ipod, entonces recordé que la batería no iba a durar las 14 horas de vuelo. No me quedaba otra cosa que dormir. Al fin. Me bajé, según lo planeado desde II de secundaria durante las aburridas las clases de religión, nos teníamos que encontrar frente al restaurante de las pizzas.
- ¡Violeta!
Era Alfonso, felizmente había llegado antes que yo. Felizmente estaba ahí con los abrazos abiertos para darme un abrazo. Realmente lo necesitaba.
- ¿Quieres comer algo? El vuelo no sale hasta las 19:30
- ¿No deberíamos comprar los pasajes?
- Creo que mejor después de la pizza, a ver si por obra del destino bajan los precios.
- Ok. Me parece una buena idea.
Comimos la pizza. Me contó como su hermano lo continuó molestando hasta el punto de romper el DVD del concierto de Soda Stereo. Yo le conté sobre los últimos eventos de mi patética vida. Como se empecinaban en hacerle creer al mundo que éramos la familia perfecta, cuando en verdad nos queríamos matar. Me comentó que su papá siguió comparándolo con su hermano mayor, sobre todo porque el era un buen hijo y Alfonso nada más que un desconsiderado. Le conté como nuevamente justificaban todas las acciones de mi padre a pesar que en lo últimos meses venia tratándonos mal a todos, incluso a mamá.
Lo mismo de siempre, su papá esperaba que Alfonso ayudara cada instante de su vida con su madre. Alfonso ya estaba harto de todo, quería empezar a vivir su vida y no estar simplemente de espectador mientras su padre idolatraba a su hermano, mientras el era el enfermero de su madre.
Después de la pizza vino otra porción de pan al ajo. Contamos el dinero para comprar los pasajes, con suerte nos alcanzaría para poder pasar una noche en alguna habitación cualquiera de Paris. Los ahorros de toda una vida, pero valían la pena por ver Le Tullieres.
Un pequeño temblor en mi pierna. Saqué el celular de mi bolsillo, era mi papá. Alfonso se quedó mirándome fijamente, esperando a que contestara.
- ¿Papá?
- ¿Dónde estás?
- Estoy bien, no te preocupes.
- ¿Violeta? Tu mamá ya quiere servir el almuerzo.
- Ok.
Alfonso me miró desconcertado. De nuevo nos habían dado el alcance. Otra vez sabía donde estábamos. Era ahora o nunca. Podíamos comprar cualquier pasaje con tal de salir de Perú, lejos de nuestras familias. Podíamos vivir en el aeropuerto, podíamos.....la verdad es que podíamos pensar muchas cosas, pero a los 19 años es un poco complicado hacerlas reales.
Corrimos con las maletas hacia el counter para comprar los primero boletos que estuvieran disponibles. La cola era inmensa. Para nuestra suerte. Para variar. No sabíamos cuanto tiempo nos quedaba. Demasiado tarde. El celular de Alfonso sonó, era su papá. Nos dio 10 minutos para salir del aeropuerto. Le dijo que su mamá se había puesto mal. Debíamos tener el valor, debíamos irnos ahora que podíamos. Estaba completamente decidida a irme, pero no podía sola, no sin Alfonso, no lo podía dejar solo a merced de su familia, el no me hubiera dejado.
- Es mi mamá – me dijo mientras me tomo de las manos.
- Creo que más bien es tu conciencia.
- Tenemos que planificar mejor nuestras huidas – me abrazó.
- No es eso, no quiero regresar a mi casa – aunque sabía que era irremediable.
- Si puedes Violeta, claro que si y mejor si regresas con una gaseosa.
- ¿Promesa?
- Es una promesa querida, yo no me voy sin ti, y tú no te vas sin mí. – me dijo mientras estrechaba mi mano.
- Ok.
Salimos dejando atrás el aeropuerto, Paris, tal vez la próxima vez si nos podamos ir de verdad. Al fin y al cabo este recién era nuestro segundo intento, a la tercera dicen que va la vencida. El papá de Alfonso me dejó en mi casa, justo cuando me baje empezó a sonar Hey Jude en el mp4 de de Alfonso.
Entré con las maletas, mi mamá me preguntó por la gaseosa, cuando le dije que no la tenía se limitó a decir: Violeta, Violeta ¿qué voy a hacer contigo?
Tal vez cuando en verdad nos vayamos a Paris, no tenga que volver a oír lo mismo una y otra vez.
1 comentario:
Me encanta! El final bien triste! Y con Hey Jude...peor aun!
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