miércoles, 8 de julio de 2009

La puerta

Me senté sin pensar en más. Era demasiado incluso para mí y mis tontas creencias que el cariño lo podía lograr todo. No era cierto, en verdad el cariño ahora sólo tenía la capacidad de herirme. Por más que hiciera, por más que tratará de cambiar siempre terminaba sintiéndome mal. Recordé las palabras de mi madre que siempre dijo que no debíamos esperar nada de nadie, porque la gente solo pensaba en sí mismo, y sólo recurrían a mí en momentos de angustia.
Laguna estaba desde su canasta mirándome, creo que él tampoco comprendía el momento. No entendía el por qué de los gritos. Ni yo entendía y ahora no quiero saberlo, porque si lo vuelvo a hacer me voy a sentir tonta, mal, absurda, una nena veleidosa y casquivana. Entonces nuevamente, como un eco en mi conciencia mi mamá diría que tengo que ser fuerte. Ya no buscare soluciones, seguiré mi propio camino, con Laguna, el único ser, mascota, que en verdad me ha mostrado cariño. Seguiré con mis amigos, al menos aquellos que no me gritan.
¿Y si algún día todo aquello termina? ¿Qué terminaría primero, mi pena, mis fuerzas o mis amigos? Creo que al fin y al cabo la amistad no termina, sino la gente. ¿Tal vez nuestra amistad si había terminado? Pasamos a ser parte de una estadística de amigas que terminan su relación. La conocí de siempre y por siempre he prometido que no volveré a hablarle. Tal vez de capricho, tal vez porque no puedo seguir siendo yo quien lleve en hombros la amistad, porque en verdad ella sólo era mi amiga cuando necesitaba ayuda, cuando no entendía, cuando se aburría. Tal vez porque ninguna de las dos estamos sanas mentalmente para establecer una verdadera amistad.
Trate de recordar si ella tenía alguna de mis cosas. No, prefiero dejar la ruma de cd’s en su casa, que no me fastidie. Aunque sería una genial idea dejarle una nota en el casillero, así sabría que soy tan valiente como ella, que no iba a dejar que me tratará mal. Laguna me seguía mirando como esperando que me levantará y empezará a hacer algo en serio. Laguna y sus ojos tristes de perro triste porque no lo dejan salir a perseguir a las perras. Me quedó mirando, lo miré. Era extraño Laguna no había tenido amigos más que yo, pero era feliz, o al menos eso era lo que yo hasta ese día pensé. En el parque jugaba solo. Tal vez por eso andaba triste, pero no iba a dejar que nadie le grite, o ladre, a Laguna nadie lo fastidia. Miradas y más miradas, Laguna me llegaba a intimidar con su profunda y difusa mirada de perro urgido por tener una vida más allá a la de sus dueños. Tantas largas miradas fueron interrumpidas con la llegada de Alina que aunque también tenía problemas, estaba dispuesta a ayudarme a sentirme mejor, a no sentirme como una tonta. Incluso estaba dispuesta a preparar una horda de borregos asesinos capaces de vengarme. No sé si que corriera sangre fuese la mejor idea. A estas alturas nuestros mutuos maltratos habían llegado al tope, sólo quería mis cd’s de vuelta y tal vez unas disculpas. Alina no iba a dejarme ahí, me vendó los ojos atentando contra mis ataques de claustrofobia. Me pidió que respirará y guió cada paso de mi cuarto hasta, hasta...en esos momentos no sabía a donde era que me llevaba. Me soltó y abrió una puerta, la puerta de mi realidad, me quitó la venda y aunque por unos momentos la luz me cegó ella no dejó de jalarme hasta llegar al jardín. Detrás venía Laguna, tal vez con la esperanza de que lo dejarán salir sin correa.
Alina abrió la puerta con la intensión de regresarme a la realidad, con ganas de hacerme entender que no importa que tan mal vayan las cosas. No puedo seguir culpándome. Trató de enseñarme a buscar con valor, a dejar atrás lo que me hace sentir mal pero los miedos eran más y no siempre estarían Alina y Laguna. No podría seguir después si me quedaba sola, de nuevo ante todos aquellos capaces de herirme, o peor que yo termine hiriendo a alguien también. No lo quería. ¿Sería que me negaría vivir a partir de ahora? Regresé a mi paz, aquella que estaba detrás de la puerta. Feliz o al menos eso era lo que yo quería pensar. Entonces Alina con su calma me tomó de la mano y me dijo con gran fuerza en la mirada que el daño que me puede hacer el resto del mundo, con sus desplantes, ímpetus y maldad no es nada comparado al daño que me hago yo con mis temores, al quedarme detrás de la puerta. Debía seguir. Seguí.
Por ahora, me quedaré a fuera, pero en el jardín. Desde ahí recuperaré las fuerzas que otros me quitaron para salir más allá. Al menos Laguna y Alina me dan un gran ejemplo y yo seguiré protegida por los tulipanes del jardín hasta que ya no los necesite más.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que los golpes sentimentales que mas duelen son los de amigos, por que los novios los olvidas y ya, pero a un amigo es difícil, de sacarlo, espero haber entendido, lo que nos regalaste.

Te seguiré leyendo, por que me gusta como escribes, como te expresas, bueno nos estamos leyendo pronto, hasta luego.

Besos.

caifamorfeame dijo...

Hola!
muy buen escrito...
pues me ando pasando por aqui espero que no te moleste
cuidate mucho

abrazos!