miércoles, 28 de enero de 2009

Mis Amigos Invisibles

Una pequeña parte de lo que he ido escribiendo. Porque aún faltan descubrir secretos.

Termine de empacar lo poco que podía llevar, escondí los pocos sentimiento que me quedaban y salí de mi habitación. Ella seguía parada en la puerta, como la sombra de la mujer que fue a los 20 años. La abrace. Lo último que haría. Ella metió en mi bolsillo algo de dinero y su anillo de matrimonio, el mismo que no se había quitado desde el día de su boda. No lloró, al menos yo no la vi. No quise voltear. No podía. No me daba el alma para despedirme de un ser querido, ya bastante había tenido con Verónica.

No me podía llevar el carro, pero tampoco lo podía dejar. ¡Qué mierda! De todas maneras se iban a enterar de que era yo, era evidente. Ni Luisa, Ni Mica, Alejandro o Rafael iban a encubrirme. Ahora si que estaba solo. No volví a voltear, era como la condena de Orfeo. No podría volver a ver a mi Eurídice, mi ninfa ya se había ido.

1 comentario:

Unknown dijo...

Te vi te vi te viii. Jaja creo que te vi hoy. No sé si has visto el módulo que está casi al frente de la librería, dice "Kurame" y "Voluntariado juvenil". Te fuiste para letras creo :) Si te interesa hacer voluntariado en el hospital me avisas.

¡Y muchas gracias por tu comment!