
El jueves sentada en la comodidad de mi escritorio simplemente se me revolvió el mundo al oír las últimas declaraciones del Papa. Era jueves 13 de mayo, por la mañana me desperté y vi en el calendario un 13 de mayo bien grande y lo primero que se me vino a la mente fueron los pendientes del trabajo. Luego y al estilo de un flashback recordé que durante casi 11 años en el colegio el 13 de mayo no sólo era un día en que tal vez tendría que soplarme 3 horas de clases de alemán sino que era el día de la Virgen de Fátima. Si claro, ahí en ese segundo paso por mi mente una recapitulación de mis años como fanática seguidora de la iglesia católica cuando le decía a mi mamá que me llevará a misa. Si por supuesto, la historia de los tres pastorcitos, Fátima y los secretos, secretos que estoy segura son sólo un invento de la iglesia para alimentar el secretismo que es su piedra angular. Ese fue el fin del flashback los recuerdos infantiles y las torturas que le hice pasar a mi mamá cuando pensaba que ir a misa me iba a salvar.
Pasó el día y al fin en mi escritorio cuando me disponía a celebrar las horas de paz interior (ósea unos minutos antes de ponerme a leer algo de la universidad) se revela ante mí, no la virgen sino el verdadero rostro de una iglesia que da grandes discursos de valores y respeto a la vida pero que sin embargo está infectada desde la entraña. El noticiero informaba que durante su visita a Portugal el papa Benedicto XVI reitero su rechazo contra el aborto y el matrimonio de las personas del mismo sexo. El representante máximo de la iglesia pidió a los peregrinos reunidos en Fátima que se opongan a la ley que aprueba los matrimonios del mismo sexo en Portugal.
Para ser más precisa dijo “Las iniciativas encaminadas a proteger los valores esenciales de la vida, como su concepción y la familia fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, ayudan a responder a algunos de los desafíos más insidiosos y peligrosos que hay que afrontar hoy.”
Apagué la televisión y no pude dejar de pensar cómo es que alguien puede clamar con tanta soltura supuestas intenciones de proteger los valores esenciales de la vida cuando su discurso no es coherente con sus acciones. No se trata de la religión, porque la religión siempre va a existir mientras el hombre exista, pero la Iglesia Católica como institución se ha ganado sin duda y honorifico título de la Puta de Babilonia con todas las de la ley.
Ya no sólo se tratan de las barbaries que cometieron a lo largo de la historia como es el caso de la inquisición o cómo es que se hicieron de la vista gorda ante un verdadero atentado contra la vida como fue el genocidio de la Segunda Guerra Mundial. Ya no hay que ir tan lejos para ver como la iglesia católica tiene bien ganado el apelativo dado por los albigenses. Basta con ver los casos de pedofilia que han llegado a tal extremo que al Vaticano se le ha ido de las manos el control mediático para evitar que salgan a la luz. Al parecer aquella famosa frase de Jesús se la tomaron en serio “Dejad que los niños vengan a mi” es un de los tantos pecados que desarrolla la iglesia. Aquella iglesia a pesar de sus crímenes se cree en la capacidad moral de oponerse al respeto de la libertad de decisión que tenemos los hombres.
En esta entrada no me interesa debatir el aborto o el matrimonio gay, simplemente es mi opinión sobre una de mis mayores cuestionamientos hacia la institución llamada Iglesia Católica. Cuando era niña pensaba que ir a misa me salvaría y me haría mejor en la vida. Como muchas de las cosas en las que creía de pequeña estaba mal. Porque la iglesia es sólo una institución creada por los hombres, como un medio más para ejercer poder sobre las masas. Bien dijo Nietzsche “Y el hombre, en su orgullo, creo a dios a su imagen y semejanza” y es ese mismo orgullo que le da alas a la iglesia para creer que puede juzgar al hombre, cuando sin el hombre no existiría. Espero que con el paso del tiempo todos aquellos que lloran al verlo, aquellos que creen que su salvación está regida por las reglas de una iglesia corrupta se den cuenta que es en ellos mismos vive la esperanza de ser mejores, de distinguir bien y mal y sobre todo de respetar. La verdad y la capacidad de elección son nuestro derecho y nuestra responsabilidad; no debemos descansar en la religión y menos ante una iglesia que a cada paso y en cada pila bautismal se contradice.
Saludos, escojan por ustedes y no sean sólo parte de un rebaño de ovejitas.

1 comentario:
que bien que te curaste de tu fe. seguro te felcitaron cuando te confirmaste(xq seguro que lo hiciste). pues yo te felicito x tu apostacia.
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