lunes, 18 de abril de 2011
Es más bonito dar un beso...
lunes, 11 de abril de 2011
Lima, la ciega
Corremos el mismo camino pero la gente no se da cuenta. El flash informativo del 10 de Abril del 2011 era la bomba que tenía que reventar en cualquier momento ante la ceguera de una ciudad que aún no aprende que su realidad no llega únicamente hasta donde le apunta la nariz. Ante el miedo sale el rostro de la ciudad capital que cree que lo merece todo y lo decide todo, por ende y como no se ha salido con su gusto ahora insulta y despabila su odio hacia lo que no conoce, es decir: el resto del país.
Humala y Keiko según la estadística son los elegidos por el pueblo, bajo un sistema democrático, para pasar a la segunda vuelta. Uno de ellos dos será elegido para ocupar el sillón presidencial. Los dos candidatos con mayor antivoto son los que se disputarán la presidencia del Perú. ¡OJO! Del Perú, no de Lima. Junto con el flash informativo llegaron los insultos por doquier sólo para comprobar porque es que Humala y Keiko a pesar del antivoto siguen arriba. La intolerancia nos ha ganado de nuevo, la exclusión se deja ver en todo su esplendor.
El Facebook y el Twitter que hasta hace unas horas servían para alentar la propaganda de los amigos de PPK y para reírse del candidato “foreveralone” ahora sirve para revelar el rostro del país tal y como no lo queremos ver. Humala arriba y con grandes porcentajes de voto en la sierra del país nos demuestra que los que han votado y han elegido son aquellos que en verdad son la mayoría y que hasta el momento no son realmente representados. Los ciudadanos que no se encuentran en Lima resulta que ahora son los ignorantes, los analfabetos, la gente rural, los idiotas o la gente de mierda. Para esos pocos que a pesar de la democracia insultan al resto de votantes, son “esos” los de la sierra o la selva los que van a malograr el país. Lima aún no despierta para darse cuenta que este resultado iba a reventar hoy, mañana o pasado. La inconformidad del pueblo peruano por la falta de integración, la discriminación, la centralización y el olvido son lo que ha llevado a estos dos candidatos a segunda vuelta. A diferencia de los otros tres que representan un sistema que no ha funcionado para incluir de una vez al país, Humala y Keiko se han valido de las brechas sociales para poder impulsar su crecimiento. Sin embargo, esto no garantiza que en verdad vayan a hacer algo para superar las diferencias.
Los que han insultado ayer son aquellos peruanos que en su mayoría piensan que el Perú es Lima y que Lima es el Jockey Plaza. Los que han elegido ayer ha sido la población postergada sin acceso a educación, salud. La población que ve un país que crece y que no les llega nada. Los que han insultado y echado la culpa de la profética ruina del país son los mismos que votaron porque querían en cambio, como si fuera fácil resolver el cambio de las estructuras de la nación simplemente con un voto. Votaron sin entender que el cambio del que hablan comienza en las acciones de cada uno de nosotros, en nuestros principios y la valoración del país.
El día de ayer los resultados sólo confirmaron lo que indicaban las encuestas. Sin embargo, a mi las encuestas no me prepararon para ver como conocidos, gente de mi edad o cualquiera con la facultad de escribir un tweet hablaron del “otro peruano” como si fuera un ciudadano ajeno. Uno no es analfabeto porque es su pasatiempo. Los niños no están desnutridos porque no tiene otra cosa que hacer, los campesinos no son pobres porque quieren serlo. Hay una razón que nos negamos a ver hace 20 años, nos negamos a ver ahora y que hoy es más fácil de resolver diciendo que mejor hacemos maletas y nos vamos del país. Como dije hace un tiempo: Si somos el país de todas las sangres entonces hay que darnos el derecho a ser diferentes.
sábado, 9 de abril de 2011
Duérmete Alicia
La habitación estaba desordenada. Detestaba tener que compartir el cuarto con su hermana mayor. Volteó a verla. Seguía dormida, la bulla del despertador no podía contra el sueño de su hermana. Terminó de trenzar su cabello cada día más largo, cada día más oscuro.
No encontraba sus zapatos por ningún lado. Estaba segura que Alicia los había escondido, en medio de su desorden. Ya tenía el uniforme puesto, el cabello arreglado, la mochila lista con las tareas terminadas pero no podía salir del cuarto sin ponerse los zapatos. Si no encontraba los zapatos de charol se le iba a hacer tarde. No quería que su papá la dejara. Ir con él al colegio era mejor que ir aplastada en el bus. Miró por la ventana, el auto de papá seguía estacionado, le quedaba algo de tiempo para poder encontrar sus zapatos. Tenía que apurarse o su hermana se podía levantar. Si eso sucedía tendría que sentarse en el asiento trasero del carro. Seguro mientras ella se ponía el cinturón de seguridad escucharían los gritos de Alicia pidiendo que la esperen. Saldría con el cabello chorreando agua, con el uniforme de educación física porque su falda estaba sin planchar, con las zapatillas en las manos y su mamá corriendo detrás para alcanzarle alguna especie de sándwich preparado a último minuto. Podía verse en el carro con su hermana en el carro. El agua cayendo de su cabello por todo el asiento delantero. Se sentaría adelante, al lado de su papá y no dejaría de hablar de los chismes de su salón. Lo único que le quedaría por conversar con su papá sería “Nos vemos más tarde”.
- ¿Qué me miras?
- Eres un horror de persona, chorreas agua. Ni siquiera tienes los zapatos puestos.
- Cállate ilusa. A ti que te importa.
- Mejor te hubieras quedado dormida.
- Eso quisieras.
Entonces su papá pediría calma y que no peleen, sin defenderla. Sin permitirle sentarse adelante en lugar de Alicia.
Mientras buscaba su zapato no podía dejar de desear que Alicia se quedara dormida al menos por un día para que la dejara en paz. Lejos del desorden que trae su hermana podría ir conversando sola y tranquila con su padre en el carro. Nadie los iba a interrumpir. Si Alicia no iba con ellos ella podría sentarse adelante, al costado de su padre, incluso ante la mirada desaprobadora de su mamá. Cuando van solos en el carro suelen jugar, él le da el nombre de un país y ella debe decir la capital. En cambio, Alicia no sabe jugar porque no sabe nada de países, de libros, nada de todo aquello que su papá disfruta. Lo peor era que él siempre prefería cambiar de juego sólo para complacerla y que no se quejara. Se quedaría sentada atrás, cada vez más pequeña entre el asiento y el cinturón de seguridad mientras Alicia tomaba el lugar que ella quería.
En la oscuridad que hay debajo de la cama encontró los zapatos de charol. Estaba segura que fue Alicia quien los pateó. Se quedó sentada un rato mirando cómo los ronquidos de su hermana le inflaban el pecho. Tenía el cabello sobre el rostro y se había quedado dormida con el buzo que llevaba la noche anterior.
Su cama ya estaba tendida. La sábana estaba extendida y las almohadas ordenadas por tamaño como quien construye un castillo de naipes. No quería hacer bulla, no quería sospechas. Tomó una de las almohadas y se acercó a su hermana conteniendo la respiración. Debía apurarse y actuar justo cuando el despertador volviera a sonar. Alicia seguía dormida, sin advertir que los brazos de su hermana se acercaban cada vez más. Se aferró a la almohada, contó hasta tres y justo cuando empezó a sonar la alarma apretó con fuerza. No podía ver su rostro, así que no tendría que recordar su mirada. Sostuvo la almohada con toda su fuerza, tratando de no mirar hacia abajo. Sólo tenía que esperar que dejara de moverse. La alarma ocultó la bulla y siguió haciendo fuerza. Cuando la alarma se detuvo Alicia se quedó tranquila, muy quieta. Levantó la almohada, le cerró los ojos y la cubrió como su colcha para arropar su cuerpo. Regresó la almohada a su sitio. Cogió su maletín, tomó una manzana de la cocina y subió al auto.
- ¿Alicia?
-Se quedo dormida papi.
-Hoy no la podemos esperar, nos tenemos que ir.
- Lo sé papi, vamo ¿Quieres jugar?
lunes, 4 de abril de 2011
5 de Abril de 1992 - Hay historias que no se deben repetir
Yo tenía tres años de edad, no recuerdo los hechos pero eso no significa que no hayan sucedido. Hay que crecer y aprender del pasado para que no se repita. Para los que no lo vivieron, los que eran muy pequeños o para los que quieren recordar. Las imágenes siempre valen más que mil palabras.
Aquello que muchos celebran ha sido uno de los daños más graves a nuestra nación.