martes, 6 de marzo de 2012

Mancondo en la mano


Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez - GGM

 
 
 
Vivir en Macondo no era difícil, fue mi gloria. Haber descubierto el hielo en aquel pueblo del Caribe y haber sido acogida en casa de los Buendía me dejó conocer a mujeres fuertes, a los hombres y sus conflictos, a la vida misma con sus alegrías, penas, mierda y amores. Vivir en Macondo fue pasear  entre los árboles y vivir en casas bien distribuidas. Con el paso de los años me fui a llorar con lágrimas vivas y tan reales como los cuchillos de destazar de los hermanos Vicario. Lloré como lo hizo María Alejandrina y me manché los ojos al ver la sangre de Santiago Nasar morir en el ocaso sobre el Río Magdalena, el mismo río que me llevo derecho y sin escalas entre las historias de amor de dos jóvenes inocentes para ver como crece el ser humano, como olvida, como siente. Me enamoré de la historia de Florentino Ariza y leí cada una de las cartas de amor a Fermina.

He opinado, vivido y visto los Funerales de la Mama Grande, me encandiló cada historia y casi con Ojos de Perro Azul viví el cuento latinoamericano en su plenitud fantástica. Hace unos meses me deslumbré con locura con los cabellos largo, el ímpetu de toda una raza, el miedo de la fe y la inocencia de una joven de Sierva María. Me aferré de todo esto cuando a mis manos llegó Del amor y otros demonios.

Todo esto es literatura, líneas arriba Gabriel García Márquez nos dice que nos debemos parir todos los días. Eso es literatura exactamente, parirnos en cada lectura, parir la vida misma, la imaginación y cruzarla con la misma realidad en la que caímos para vivirla así no nos de la gana. La obra de este hombre, que ahora cumple los 85 años, me ha tomado desde la infancia para entender a todo este mundo en el que vivo y que nunca terminaré de conocer. Para mi “Gabo es la fantasía pura de un continente que se consume”

El tiempo pasa y es inexorable, por las puras no han pasado 85 años y su vida nos ha llenado de libros, de experiencias e imágenes. Ha pasado el tiempo y su obra mas célebre Cien años de soledad ha sido traducida a casi todos los idiomas pero no es el único de sus libros ni el único de sus cuentos. García Márquez nos escribe desde la entraña de una nación en conflicto. Hay muerte y vida, hay sangre y nacimiento, alimento, miedo y angustia. Nos envuelve en Macondo donde todos alguna vez hemos planeado vivir. Su narrativa es un crisol de ideas nuevas, como pruebas lanzadas al mundo para experimentar como La cándida Eréndira.

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