sábado, 24 de octubre de 2009

Leonor, déjalo pasar

Checho me pidio que escribiera sobre Celeste, pero por ahora no puedo pero si conoces a Leonor, entiendes a Celeste.

Estaba parada frente a la ruma de cosas que habían enviado. Leonor estaba ahí, parada entre los papeles de regalo, buscando. Pensó que tal vez era algo pequeño y que se había caído debajo del sillón. Pensó que era muy grande y por eso aún no lo habían subido. Todos habían mandado algo, desde sus tíos en Argentina hasta su papá que estaba en alguna investigación allá por Asia, tratando de entender algún dilema político que a ella poco le importaba.

- Seguro DHL se ha demorado.

Su hermana tenía razón, era lo más probable. Nunca se había olvidado de su cumpleaños, nunca dejó de saludarla, de enviar algún obsequio. No era tiempo para conjeturas, no era tiempo para maquinar ideas casi imposibles que excusaran la ausencia de un obsequio o su mutis durante todo el día. Simplemente se debe tratar de un retraso.

- Cámbiate, ya debemos salir.

En la casa de su abuela la estaban esperando sus tíos, sus primos, sus abuelos hasta el perro. También la esperaba Celeste seguro con su bicicleta y con la esperanza de que lloviera. Porque en el cumpleaños perfecto siempre tenía que haber lluvia. Era el mejor obsequio que el mundo le podía dar, así como el vestido que le había comprado su mamá, como el retrato que le había hecho su hermana. No faltaba nada, luego del almuerzo podría venir, echarse en la alfombra y abrir cada obsequio, doblar cada papel de regalo, guardar cada lazo y echarse en su cama a leer la carta que seguro le mandaría. Porque era un hecho si no había escrito un e-mail, seguro es porque enviaría una carta que llegaría en cualquier momento.

- Espero que te guste el regalo.

Seguro le encantaría porque Celeste siempre le daba cosas especiales. Era la caja perfecta, de color verde esmeralda con un lazo blanco. La abrazó, le dio las gracias y le susurró al odio que aún no había recibido nada de él. Celeste lo conocía tan bien como Leonor, o al menos eso era lo que creían. Sabían que no importaba que estuviera de viaje, el se comunicaría.

- Déjalo pasar Leonor, pronto llamará.
- ¿Tú crees?
- Nunca lo ha dejado de hacer.

Almorzaron. Su abuela había hecho puré de manzana, porque sabía que Leonor lo amaba, porque era su platillo favorito. Incluso aunque el resto de personas no comieran, era lo que la pequeña quería. Luego la torta, las risas y más abrazos. Sus tías diciendo lo mucho que había crecido y sus abuelos veían fotos de cuando era bebe. Todos preguntaron por su papá y ella les explicó donde es que estaba. Su mamá, como siempre hacía un comentario en contra, la abrazaba y le decía que lo mejor que había sacado de aquel matrimonio era ella y su hermana. A pesar de ese detalle Leonor estaba más que feliz porque aquel día no había problemas, ese día podía comer sin sentirse culpable, sin importar que al otro día se resistiera a probar bocado. Amaba ese día porque no había terapias, no había doctores, Celeste sonreía, incluso ella sonreía. Todos sonreían incluso cuando al día siguiente todo volvería a la normalidad.

- Tengo buenas noticias.
- ¿Cuáles son Celeste?

Hizo que Leonor volteara hacia la ventana, entonces vio el cielo a punto de romper en llanto. Supo de qué se trataba, ella la lluvia, la lluvia de su cumpleaños. La misma que cae en Julio y que ese día caía por ella. Tenía que salir, probar la lluvia, mojarse y esperar que la tierra se mojara para oler el aroma de la tierra humeda.

- ¿Lista?
- Espera Celeste, dame tu celular.

Buscó, se peleó con el teclado y esperó que la conexión no se fuera. Había un e-mail en la bandeja de entrada. Seguro que ahí le explicaría porque es que se había demorado, seguro tendría alguna historia graciosa de su viaje por el Mediterráneo y se despediría con un beso y un abrazo. Es más, tal vez como el año pasado, tendría un video adjunto con él mandado saludos. No podía esperar más, dio enter. Si era un correo de él con un SIN ASUNTO. Fue extraño, lo fue para la pequeña Leonor que lo leyó y no creyó que eso fuera todo lo que tenía por decirle. Fue extraño para Celeste, incluso fue extraño para su mamá que lo leyó luego de que el celular cayera como un bloque en medio de la mesa. Era un simple y desabrido PASALA BIEN. ADIOS GL. El celular cayó y a Leonor le llegó altamente que afuera lloviera a cantaros, no se puso las botas para la lluvia, no se puso el abrigo, salió al jardín entre las lilas, con la tierra que ya olía a húmeda. Tenía que salir a ver si con algo lograba concebir que después de tanto tiempo todo se resuma a 3 palabras.

- ¡Leonor! ¡Leonor!
- Nunca le importo. ¿Es cierto, no?
- Deja las cosas pasar L.
- Pero no le importo.
- Pues, que no te importe tampoco.

La lluvia seguía y si bien le costó mucho a Leonor dejar las cosas pasar, la lluvia se las llevó. Las lilas seguirían ahí el próximo año, la lluvia volvería a caer. Leonor aprendió que no llegas a conocer a la gente del todo, en eses tres palabras creció de golpe. Ya no importaba si le escribía o si decidía irse el día de su cumpleaños o si volvía en una semana. Si le hablaba o la ignoraba por el resto de sus cortos días. Leonor no iba a estar el próximo año pero Celeste aún se acuerda que después de ese cumpleaños, después de toda la lluvia en los zapatos rosa y luego de un poco de Edith Piaff, Leonor pudo dejar las cosas pasar...al menos eso me contó Celeste antes de irse también.



1 comentario:

Marisella dijo...

Celeste y Leonor son tan geniales!!!! *___*

Quién diablos es ese tipo q le envia sólo un saludo de una línea por el cumple de Leonor? ¬¬ Se pasa!!! Una patada voladora se merece!

El video me encanto! Especialmente el final, cuando el chico se pone a cantar XDDD