miércoles, 29 de diciembre de 2010

Alina a las doce y un minuto

Le dije que tenía una historia en el bolsillo y como siempre, me dio la misma sonrisa inclinada hacia la derecha, siguió mirando por la ventana. Había estado ahí sentada durante todo el atardecer. Afuera sonaba a agua, porque al desaparecer la luz nos acompañó la lluvia y ella seguía viendo lo que caía, el cielo que se nos venía abajo y sus pedazos entraban a casa en mis botas. Solía molestarle que entrara a la casa con los zapatos mojados, lo odiaba tanto como yo la odiaba a ella cuando tenía sus caprichos de limpieza. Ahí estaba Alina en la ventana sin decirme nada por la hora o los zapatos mojados. El día de trabajo me había dejado cansado así que saqué la cajita que llevaba en el bolsillo y la deje al costado de sus pies, que también miraban a la ventana y al agua. Me fui a dormir para poder estar listo para la celebración de fin de año.

Alina me miró a los ojos y sonrió con la mueca caída a la derecha y los ojos llorosos como si en ellos también lloviera. Le volví a decir que tenía una historia en la caja pero esta vez ella tenía la suya en aquella pequeña caja que tanto cuidaba. Sacó uno, dos y más papeles. La oscuridad de la habitación no me dejaba ver que tenían los papeles, si estaban escritos o había dibujos en ellos. No sabía nada de ellos. Se nos hacía tarde y ella lo sabía. Lo sabían sus piernas que se rehusaban a moverse y lo sabían sus ojos que no sacaban la vista de esos papeles. Lo sabía su cuerpo entero que no me miraba y yo sabía que no quería verme, no quería que le dijera que se apuré pero igual se lo dije, porque no quería quedarme en esa sala, quería salir a divertirme y a festejar, ni yo mismo sabía por qué pero no quería seguir ahí sin hacer nada, contemplándola. Era bello ver a Alina en una noche cualquiera cuando se sentaba a ver los autos en la ventana de la habitación pero en ese momento lo que yo quería era salir.

Me comencé a cambiar, esperaba que ella se diera cuenta que no pretendía quedarme esa noche en casa, que el departamento no me era suficiente y que la oscuridad de la sala me estaba desesperando. Me bañé, pasé con el pantalón de jean, volví a salir para preguntarle que camisa debía poner, salí para peinarme en el espejo de la sala, sólo para que de una vez por todas reaccionara, pero nada hacía que ella dejara de ver sus papeles. Qué era todo aquello que leía ¿Por qué escogía justo este día para callarse?

Alina al fin volteó y me vio ahí listo para salir. Yo no quería irme sin ella y seguía esperando una reacción, que se moviera, que me pidiera que la espere pero simplemente me preguntó a qué hora regresaba. Seguía acomodando sus papeles y no sabía si gritarle o irme ¿Cómo hago para que entiendas? le grité en medio de un ataque desesperado, pero ella seguía tranquila con sus papeles.

Te vas – me dijo sin dejar de mirar sus papeles – yo me quedo porque quiero. Espero que algún día comprendas que la bulla de la calle me aturde y los abrazos, a menos que sean los tuyos, me molestan. Te vas a tomar con tus amigos, yo me quedo repasando mi año. Ellos creen que es una excusa perfecta para celebrar, pues lo que no saben es que el día de mañana la vida será igual. Así que si te quieres ir anda yo no te voy a decir que me esperes. Nos vemos mañana en el nuevo año con las nuevas cosas que todos creen que vendrán. Al final no entienden que la vida mañana será igual. Me lanzó un papel de esos que leía justo antes que saliera. La curiosidad me mataba pero no lo iba a abrir en ese momento porque sería darle la razón. No lo abrí en el ascensor porque tenía miedo de leerlo y querer correr de regreso al departamento. No lo leí en la calle porque ella estaba en su ventana mirándome y en el taxi aún no quería leerlo por miedo a llorar por dejarla sola. Llegué a la fiesta a penas para encontrar a mis amigos. 3, 2, 1…. y el grito de Feliz Año Nuevo. Seguro Alina ya ha terminado de ver sus papeles y está viendo los fuegos artificiales desde la ventana. No entiendo que hacía pensando en Alina en lugar de divertirme, para eso estaba en esa fiesta. EL PAPEL, lo había dejado en mi bolsillo. Luego de saludar incluso a aquellos que no conocía lo busqué.

2005, el año nuevo donde todo comenzó y hasta ahora todo va bien.

El champagne en grandes cantidades estaba haciendo efecto, pero no podía olvidar que ese era el Año Nuevo del Volkswagen amarillo y la puesta de sol, esa fue la primera vez que vi a Alina y la primera vez que celebramos juntos. Fue hace 5 años, los mismos que estoy con ella. Eran las doce y un minuto cuando Alina sacó de la despensa uno de sus muffins favoritos y prendió una vela, pidió un deseo y sopló. Aquél Año Nuevo del amanecer en el Volkswagen amarillo fue el único que celebró, me dijo que había decidido salir porque creía firmemente que esa noche iba a encontrar algo interesante. Me di cuenta que Alina no salía porque el 01 de enero era su cumpleaños, por eso ella detestaba salir “todos celebran todo menos mi cumpleaños, así que acá en casa me quedo tranquila pensando que los fuegos artificiales son para mí”. ¿Qué demonios era ese papel que me dio Alina? Salí corriendo para el departamento en medio de las celebraciones pero cuando llegué ya estaba dormida.

Ante tanto misterio no hice más que despertarla, aunque ahora pienso que se había hecho la dormida para no hablar conmigo. Sólo se sentó y de lo más tranquila me preguntó si había leído el papel y antes que pudiera hacer cualquier pregunta me dijo: Si leíste el papel entiendes mis razones para no salir en año nuevo, no quiero celebrar un nuevo año sino mi cumpleaños, es un año nuevo de vida para mí, no quiero que sea de otro, por eso me quedó. ¿Por qué salí ese año nuevo? Sabía que iba a encontrar algo bueno y te encontré a ti. Ya no tengo que salir por un año nuevo, me puedo quedar aquí celebrando el mío. Tú sales porque aún sigues buscando, te quedarás conmigo hasta que, así como yo, salgas y encuentres a la persona adecuada.

Me eché con ella y le di un beso tratando de saludarla por su cumpleaños, fue un buen año hasta que al siguiente salí nuevamente y como lo había dicho Alina, encontré a alguien. Regresé corriendo negándome a dejar a aquella mujer que había estado conmigo por cinco años, pero cuando llegué Alina se había ido. Cuando llegué ya era muy tarde eran las doce y un minuto, ya se había ido y había dejado su pastel en la mesa.



1 comentario:

fagomx dijo...

jejejeje mi foto :D! by fagomx