Ante la oscuridad puede ser que nuestros temores aumenten, ante la oscuridad podemos encontrar un momento de paz.
26 de Marzo del 2011 a las 20:30 horas se apagan las luces nuevamente para recordar que el desperdicio de energía genera para el planeta contaminación y desgaste. Así que como parte de este momento de reflexión me aferre al interruptor y lo baje. No luz, no laptop, no televisión, sólo éramos la luz que entraba por las ventanas, un poco de música en el mp4 y a mirar que pasaba por la ventana ¿Cuántas luces quedarán?
Comenzó como una despedida al televisor, a la laptop, a casi todo de lo que pudiera prescindir y usara energía eléctrica. Así bajo la luz que entra de la calle y sentada al lado de mi ventana me dispongo con libreta en mano apuntar algún evento memorable que suceda durante esta hora. Sin embargo, la ventana solo me deja comprender que la mitad de la calle en donde vivo no se ha enterado de la Hora del Planeta. El Chifa sigue con todas sus luces prendidas, la panadería también sigue con su cartel luminoso prendido, la cabina de internet ni se diga y los edificios (incluyendo el mío) tienen muchas de sus ventas aprendidas y por la ausencia de carro me hace pensar que las ventanas que no tiene luz son porque los dueños de casa no están. Sin embargo alguna que otra casa si tiene sus luces apagadas y sus habitantes en la ventana, como esperando ver un poco más de oscuridad.
10 minutos después la pollería se une, muy a mi sorpresa y alumbra a todos con velas. Llego el momento de prender el mp4 y cantar algo mientras espero. La meta personal de este año no es sólo apagar las luces sino encontrar tranquilidad y no estar pensando que programa veré cuando prenda la televisión.
15 minutos después de comenzada la hora del planeta y escuchando El Membrillo no puedo dejar de pensar que en la televisión están pasando el partido de Nadal, pero ni si quiera eso me hará prender algo en mi habitación. En medio de esta calma La vida es un carnaval de Celia Cruz se asoma de la manera más estruendosa, destruyendo mi calma abro la ventana para darme cuenta q era un carro haciendo propaganda electoral a Zumaeta, quien definitivamente no debería estar perturbando la tranquilidad de la gente.
30 minutos habían pasado y gracias a que mis papás salieron al fin logre apagar al 100% las luces de mi casa. Mamá dijo que era una buena iniciativa pero sus ansias de jugar en el Farmville pudieron más que “la buena iniciativa” entonces me quede pensando que tal vez más personas no apagaban sus luces porque en verdad no eran conscientes del desperdicio energético en el que ha caído la sociedad actual.