- Abre las fauces y ten el valor.
Gritó alto y se ahogo en su sentimiento mientras el seguía paralizado sobre la acera sin mover un músculo. Se quedó observando sin un punto fijo y luego de parpadear sólo pudo decir que lo sentía.
Las cebollas se estaban quemando y el dolor en mi dedo no dejaba de emanar sangre que se iba con el agua, con la piel como labios que se abren y se cierran, miré dentro de mi pero no tan adentro. Desde el marco de la puerta sentía su mirada y el cuchillo estaba tan cerca ¿Qué tan rápida tenia que ser para atacar? Se asomó por detrás y me pidió ver la herida, la lavó, la curó y apagó la cocina. Mejor no hagas nada, comeremos fuera. Mientras hubiera más gente entre los dos, menos tenía que ver mi rostro y fingir amor. Cortó la carne casi cruda, pidió ensalada, papas y sin dejar de mirar el plato seguía advirtiendo “tienes que comer, no puedes seguir así” y con una mano, sin dejar de mirar su carne sangrante en el plato, sirvió ensalada, carne y papas. Me hizo abrir la boca y contó cada mordisco, pidió un postre para los dos y fingió preocuparse. El carro iba más rápido y me fui sin prisa al cuarto.
- Tengo miedo por ti.
- Yo no tengo ni miedo ni amor, no me queda más que mi cuerpo ahora.
- ¿Yo que tengo de ti?
- Te llevas casi todo ¿Quieres más?
- No sé
- Ese es tu problema tu nunca sabes
Quería gritarle en la cara que él nunca sabía lo que quería, que su confusión eran mis lágrimas y que tantos años sin saber habían hecho que cargue sus dudas para poder aplacarlas con mis verdades y pensar que todo iba bien. Mentirle a mi corazón para taponear esta entraña dolida que tengo ahora.
Me seguiste hasta el baño y no dejaste que cerrará la puerta, me tomaste entre tus brazos y me diste un fuerte abrazo, la incomoda pregunta que todas las noches me daba miedo pronunciar para saber si aún había cariño y la absurda respuesta que me permití creer Si no te quisiera ¿crees que estaría contigo? La camisa salió rápido y yo creí, como cada encuentro, que nos uníamos más bajo nuestras pasiones. Ya no sabia si era relación o fijación. Ahí estaba agotada ante mi cuerpo y con el tuyo, con una sonrisa y ante tus ojos sentía que estaba a salvo ¿A salvo de qué? Bajo el desgarro de mi piel y mi olor sobre el tuyo pensaba que nada podía pasar. Entonces me cubrí con la sábana para tapar mi imperfección y dejar ver aquello que si te gustaba. Me encontraste debajo de las sábanas y te quedaste en mi vientre tibio hasta dormir.
Solo nos quedaría: hubiera sido hermoso, hubiéramos podido
intentar ser alguna vez...
y por encima del tapete estrechar nuestras manos como dos
buenos amigos.
Siempre hueles rico me dijiste antes de irse a la ducha. Cerraste la puerta y me dijiste que me levantara, una vez, dos veces y fue el sonido de tu celular timbrando una y otra vez lo que me saco del letargo.Era una de ellas tus tantas amigas que me alteraban los nervios, una de aquellas que me miraban y susurraban, con el rabillo del ojo me sonreían y con el cuerpo entero hablaban mal de mi con errores y falacias. Boté el celular al piso y la almohada no fue lo suficientemente fuerte para calmar mi cólera. Me asomé y estabas ahí como en los primeros días. Sin mirarme me dijiste que mejor me bañará o se haría tarde. Yo era obediente ¿Desde cuando? Sentía tu risa cuando me despertaba solo para darme cuenta que no era conmigo, ya no podía aguantar. Me fui corriendo al balcón, un cigarro. Te fuiste rápido con un beso que apenas tocó mi piel. Subiste al carro hablando por el celular, seguro con una de ellas.
- Te quiero pero no sé ¿Qué hago?
- Cuantas mentiras más vas a decir.
- Quiero abrazarte. Dame un beso más.
- Ya no me queda nada, ni siquiera un beso.
- ¿Qué hemos hecho?
Yo tenía la vista nublada y tú seguías apacible mirando alrededor, secando mis despojos con tu pañuelo. Yo sé lo que hemos hecho. Hemos besado, hemos vivido, hemos susurrado en el oído del otro y he abierto mi cuerpo solo para ti. ¿Qué más hemos hecho? Yo trato de entender y tú quieres correr, tal vez de miedo. Te fuiste, con un beso en la frente y me dejaste en el balcón.
te quiero a pesar de tus malditas maneras de mirarme por
encima de la mesa
Carmela te invito y me invito, no sé acordó. Fue la emoción de los 30 o el calambre de pasar una década la que le estropearon las neuronas. Me da miedo mirar si llegas. Me he cortado el cabello, corto como nunca te gusto, me he puesto los zapatos rojos que compraste alguna vez y mi vestido negro, el mismo de las pasiones de los primeros días. Miro de reojo y no puedo dejar de atragantarme los bocaditos que pasan, un canapés mas y no soportó mas mi garganta. El baño, el caño abierto y vomitar fue la solución de mi ansiedad. Lista, repuesta de mis ansias abrí para encontrarme tan cerca como antes con tu rostro y tu mano para detener mi prisa. Abril. Pero ya te habían dicho que yo estaba en la reunión, te habían dado los detalles y fuiste a la búsqueda. Te sentaste frente a mí y no dejaste de mirarme. En el fondo tenías razón yo le hacía caso al corazón, pero no podía dejar que mi corazón ganará está batalla con entrañas adoloridas, con una garganta que era victima de mi ansiedad, con un cuerpo que ha sufrido el desconsuelo de un abandono nunca explicado. Me ofreciste llevarme a casa, me ofreciste un beso y yo acepté que subieras, que tomarás, quise que me abrazaras y permití que pasaras la noche conmigo, pero no te quedaste. Ya no querías.
¿Realmente existe el amor? – le pregunto
y él solo pone su casaca en la percha, alista la cama, repasa el
ambiente.
- Adiós Abril
- ¿Ahora si te vas?
- Ha pasado un mes.
- Tienes razón, ya pasó abril. Aquí me quedó, tú vete.
- Perdóname.
- Mejor, busca como perdonarte tú.
Fue lo último que te dije, realmente no te volví a ver. Por primera vez fui mas rápida, por primera vez no tuve miedo, por primera vez fui yo la que cerró la puerta. Pero no te volví a ver por mi valor para alejarme, si yo no solucionaba las cosas, el destino si. NO debí dejar que te vayas aquella madrugada, el sueño te ganó. Tu siempre tenías sueño, siempre dormías, no debiste haberte dormido en ese cruce. No debiste, ahora ya no te veré. Tal vez esta ves si me dijiste adiós, sabías que no nos veríamos.