viernes, 4 de diciembre de 2009

Carta 5 – Para que busques un retorno

Para nadie más que tu:

Yo empecé a buscar un retorno no recuerdo cuando, pero sí recuerdo por qué. Es muy probable que naciera y comenzara por la senda en busca de mi regreso. Es casi seguro que ahora busco ir de vuelta a aquel vientre sangrante de esa mujer que desfalleció para darme vida, un retorno que aún no termino y lloro porque queda lejos. ¿Tan lejos queda la vida que no la podremos alcanzar?

Crecí y me dijeron que tenía que hacer mi futuro, pero luego de un tiempo me di cuenta que no bastaba con mirar hacia adelante, tenía un pasado y tenía que conocerlo. Había un mundo que me llamaba y al cual pertenecía. No sé si lo llegue a conocer. Tampoco tengo claro si cuando siento la lluvia en mi rostro estoy más cerca o sólo me enjuaga de su presencia.

Cuando comenzó todo iba bien, hasta que te cruzaste, ahora te veo y lloro más. Te veo enceguecida, te veo soberbia y carente de cariño para el mundo que te rodea. Te veo en un trono. Desde ahí nos observas y nos crees plebeyos. Nos ves menos por estar más cerca a la vida en lugar de dominarla. Te veo y no lo creo, pienso en mi retorno a aquella vida de la cual te alejas y me doy cuenta que tu también deberías regresar.

Te pedí a gritos que regreses y encuentres lo que de verdad quieres, regresa conmigo a ver que encontramos en el camino. Lo grité y no quisiste escuchar, así que antes de irme te escribo por última vez para ver si algún día decides encontrar tu propio retorno. No me queda más que seguir sola, que andar por una senda que me da miedo, porque no sé que voy a encontrar, porque me puedo quedar sola o caer. Te miro, pero ya no te interesa saber a dónde voy, ruego porque te importe, rezo por una última mirada, pero si no quieres buscar tu retorno yo sólo puedo darte un beso en la frente y dejarte. Porque no puedo retrasarme más, no puedo seguir en una ilusión de vida. Llegó mi tiempo, y en estos pocos días, meses o años que me quedan debo encontrar lo que soy, cómo es que soy y si algún día hallo una respuesta, entonces habré conseguido más de lo que esperaba.

Tengo la certeza que cuando leas esta carta te encogerás de hombros, recordaras algún momento bonito te repetirás a ti misma que no vale la pena y cuando acabes de leerla la doblarás y la pondrás en aquel baúl de la sala. El mismo baúl donde decidiste guarda tu infancia y nuestro cariño. La guardarás ahí porque no te puedes deshacer de lo que tu pasado te enseña, pero como no quieres ver, ni oír, ni sentir lo encierras con la esperanza de no tener nada más que te pida que regreses en tus pasos para recordar quien eras.

Si, dije que tenía miedo, pero igual me voy. Si me ves, espero que me saludes y si yo te veo espero poder darte tal vez un cuento más, antes que deje de escribir para dedicarme única y exclusivamente a vivir en aquello más allá a la vida misma.

Con cariño,

B, quien no se ha resignado.


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