sábado, 28 de agosto de 2010

No a la indiferencia, vamos por la memoria.

7 años. Hace 7 años se ha emprendido la larga tarea de recuperar la memoria, la misión de no olvidar ni dejar que los peruanos olviden 20 años donde se develaron los demonios más profundos del país. 20 años de violencia que nos mostraron lo que se cierne en lo más profundo de la nación. La verdad es que no hay una nación consolidada por una falta de integración, por falta de respeto hacía esta mezcla de sangres, de culturas, de espacio que constituyen lo que nosotros conocemos como PERU.

“Un país que olvida su historia está condenado a repetirla”

No podemos dejar de recordar. No se trata de alimentar rencores ni fomentar miedos sino que es necesario para crear conciencia, para establecer una educación que de una vez por todas forje la identidad de una nación asumiendo las diferencias culturales, regionales, lingüísticas y económicas. Es recordar todo lo que se vivió, recuperar la historia en común de nuestro país. Se trata de un ejercicio que va a permitir que las generaciones futuras no cometan el peor de los errores, pues no hay peor cosa que matarnos entre hermanos y caer en un círculo de violencia. Es recordar por respeto a todas las pérdidas humanas, respeto por aquella realidad que nubló de miedo al país. Recordad es una búsqueda de consuelo por todas aquellas familias que se quedaron incompletas y que aún no tiene si quiera una idea del destino de sus familiares.

Hace 7 años se entregó el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Leerlo debería ser un deber pues nos permite comprender lo que pasó y sobretodo darnos cuenta que la responsabilidad de la construcción y preservación de nuestro país recaen en cada uno de los peruanos.

Padres, hermanos, esposos, abuelos, hijos que hasta el día de hoy buscan a sus familiares sin éxito. Lamentablemente no sólo se conoció la violencia por parte de los terroristas sino que se vio también la violencia de parte del estado, sumiendo al país no sólo dentro de un círculo de violencia sino también en la corrupción de una dictadura. Durante estos 20 años quienes pagaron con sus vidas, con sus hijos, con sus hogares fueron los más pobres, aquellos a los que el gobierno ignoraba. El campesinado, quechuahablante, mujeres, analfabetos, aquellos con menos posibilidades de elegir, aquellos con menos posibilidades de ser oídos son los que fueron las victimas silenciosas de esos años.

Hay que recordar para que no se repita, hay que recordar para educar a las nuevas generaciones y hay que recordar por todos aquellos que aún no han sido hallados. Porque la memoria hará que sus familias conserven la esperanza de algún día al fin poder despedirse de ellos.






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