lunes, 4 de julio de 2011

Muerte sin fin

La locura de los exámenes finales se ha apoderado incluso de Over The Rainbow pero no podemos dejar de poner algo, mientras regresamos con nuestro cuentos y alguna nueva historia por contar. En medio de la locura de los exámenes la poesía llegó con el mejor paisaje para el fin del mundo y la grandiosa intervención de un amigo en clases, como para aliviar el stress previo al examen "Yo quiero que en el 2012, cuando acabe el mundo, sea igualito que el poema."

Los dejo con la parte XVII de Muerte sin fin de José Gorostiza, y el fin del mundo más poético de todos.

XVII

Porque raro metal o piedra rara,
así como la roca escueta, lisa,
que figura castillos
con sólo naipes de aridez y escarcha,
y así la arena de arrugados pechos
y el humus maternal de entraña tibia,
ay, todo se consume
con un mohino crepitar de gozo,
cuando la forma en sí, la forma pura,
se entrega a la delicia de su muerte
y en su sed de agotarla a grandes luces
apura en una llama
el aceite ritual de los sentidos,
que sin labios, sin dedos, sin retinas,
sí, paso a paso, muerte a muerte, locos,
se acogen a sus túmidas matrices,
mientras unos a otros se devoran
al animal, la planta
a la planta, la piedra
a la piedra, el fuego
al fuego, el mar
al mar, la nube
a la nube, el sol
hasta que todo este fecundo río
de enamorado semen que conjuga,
inaccesible al tedio,
el suntuoso caudal de su apetito,
no desembocan en sus entrañas mismas,
en el acre silencio de sus fuentes,
entre fulgor de soles emboscados,
en donde nada es ni nada está,
donde el sueño no duele,
donde nada ni nadie, nunca, está muriendo
y sola ya, sobre las grandes aguas,
flota el Espíritu de Dios que gime
con un llanto más llanto aún que el llanto,
como si herido -¡ay, Él también!- por un cabello,
por el ojo en almendra de esa muerte
que emana de su boca,
hubiese al fin ahogado su palabra sangrienta.
¡Aleluya, aleluya!

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